«Todo por la patria» es el lema del soldado, ya que su propia vida vale la defensa de su Nación; pues bien, la Nación hasta hoy existente también vale que nuevos españoles la hagan perdurar: «Todo por la vida», por la vida de nuevos españoles.


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Hoy muchos españoles se manifestarán en contra de la reforma de la Ley del Aborto. Y así como sabemos de las ridículas razones esgrimidas por la ministra Aído para justificarla, según una malentendida dignidad de la mujer, nos gustaría presentar desde nuestra Fundación las razones que creemos se pueden dirigir contra dicha reforma y mostrar nuestra solidaridad con quienes pretenden impedir que se lleve a cabo.

Muy en contra del maniqueísmo con el que el Gobierno de Zapatero presenta a sus adversarios, manifestarse en contra de esta reforma no significa pertenecer a la España retrógrada enemiga del progreso. Las críticas de grupos de ideología muy diversa se han concitado en esta ocasión; españoles que, desde distintos principios, se niegan a aceptar esta ley como una ampliación de sus derechos, cuando lo que significa es la eliminación del Código Penal de un delito, el del aborto.

Por ejemplo, algunos grupos llamados «pro-vida» suelen invocar la perspectiva jurídica que tanto en el artículo 3º de la Declaración Universal de los Derechos Humanos como en el artículo 15 de la Constitución Española reconoce el «derecho a la vida» como un derecho fundamental. Esta perspectiva, sin embargo, creemos que adolece del juridicismo que convierte en derecho todo aquello que se quiere defender. En efecto, la vida humana, siendo de un sujeto personal, no es propiamente un derecho, sino el fundamento de todo derecho. Las leyes deben suponer el sujeto personal, de la misma manera que la Nación es previa a su Constitución escrita. Esta perspectiva, además, presenta una consideración genérica de la vida que requeriría de otras determinaciones.

La perspectiva religiosa, también presente en el debate, no debe ser despreciada de entrada, en la medida en que puede incorporar una doctrina que ejercite la argumentación filosófica. Si existen ciudadanos cuya confesión religiosa implica normas éticas y morales ligadas a dicha argumentación , pueden criticar públicamente las leyes en conflicto con dichas normas sin que el gobierno deba calificar sus posiciones de impertinentes o irracionales. Sin embargo, desde esta perspectiva, al no compartir los mismos principios religiosos con el resto de la población, la actividad pública de dichos grupos se limita a sus propios miembros.

Desde la Fundación DENAES para la Defensa de la Nación española queremos presentar un planteamiento patriótico que trascienda las perspectivas particulares dirigiéndonos al común de los españoles.

Así, consideramos el aborto como una cuestión involucrada en el sostenimiento de una sociedad política, por tanto, lejos de toda apelación a la conciencia de un sujeto individual abstracto. Pues no es sólo la mujer quien sufre las consecuencias del aborto, sino una sociedad incapaz de contar con planes que supongan su propia continuidad.

Si la Nación está constituída por los españoles muertos, por los vivos y por los que están por venir, ¿puede España dirigirse a satisfacer los deseos de la generación presente (un «embarazo no deseado» parece justificar su «interrupción») sin tener en cuenta los planes para la generación futura? Tal sería la situación de una sociedad política degenerada.

«Todo por la patria» es el lema del soldado, ya que su propia vida vale la defensa de su Nación; pues bien, la Nación hasta hoy existente también vale que nuevos españoles la hagan perdurar: «Todo por la vida», por la vida de nuevos españoles.

FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA