El que fuera Vicepresidente del Gobierno en tiempos de Felipe González y hasta no hace muchos meses diputado en el Congreso por el PSOE, ha optado por recuperar la «memoria histórica» y ha ejemplificado de forma poco exacta la actual insurrección de los separatistas catalanes con la que protagonizaron en el año 1934
Es bien conocida la fuerza social que aglutinan los partidos políticos, logrando uniformizar a los individuos más díscolos que los habitan para que dejen a un lado sus opiniones personales y sigan la corriente general que dicta su formación política. Eso que llaman «disciplina de partido» y que provoca que las opiniones personales sean desechadas para conformar una línea común y solidaria frente al resto de formaciones rivales.
Recordemos que Joaquín Leguina, que fuera Alcalde de Madrid y diputado socialista, afirmó que en el año 2006, siendo diputado por el PSOE, votó Sí al Estatuto Catalán que consagra el término «Nación» para designar a Cataluña, para poco después renegar y abjurar de semejante dictámen y acabar señalando que fue un error… justo cuando dejó de ser diputado socialista. Cuando más falta hacía su voz discrepante para generar una corriente interna que frenase la aprobación de semejante Estatuto sedicioso, Leguina se dejó absorber por la citada «disciplina de partido».
Algo similar ha sucedido con el que fuera Vicepresidente del Gobierno de España en tiempos de Felipe González, Alfonso Guerra, que justo este mismo año ha dejado de ser diputado en el Congreso por el PSOE. Pues bien, ahora que ya no tiene ninguna responsabilidad ni está sujeto a disciplina partidaria alguna, Guerra se ha permitido hablar, como así hizo Corcuera esta misma semana, en contra de la sedición que se está viviendo en Cataluña. Concretamente, ayer realizó unas declaraciones públicas en las que ha comparado lo que denomina como «rebelión contra la ley» o «golpe de Estado civil» emprendido por varias sectas antiespañolas en Cataluña, con el golpe de Estado separatista que dio el Presidente de la Generalidad, Luis Companys, el 6 de Octubre de 1934, bajo la forma de proclamación de «Estado Catalán» (curiosamente el mismo nombre del partido que fundó su mentor, Francisco Maciá, antes de fundar la Esquerra Republicana de Cataluña que era la secta sediciosa predominante en esa región de España en los tiempos de la Segunda República).
Como bien se ha cuidado de aclarar en un acto celebrado en Madrid, Alfonso Guerra ha destacado de Juntos por el Sí y la llamada CUP que están «actuando en contra de la legalidad y de la mayoría de la población», pero que ello «no es algo nuevo», puesto que ya lo intentaron otros sediciosos en la Segunda República. Asimismo, ha apostillado sus declaraciones señalando que confía en que el Gobierno responda «igual de bien» que entonces, esto es, entonando los tambores de guerra y movilizando a las fuerzas de seguridad, si es necesario también al ejército, para frenar sus sediciosas intenciones. El acto, celebrado en el contexto de presentación de un portal de internet que recoge todas las publicaciones del exilio del archivo de la Fundación Pablo Iglesias, afín al PSOE, no podía tener unas resonancias más significativas: frente al «olvido» de los hechos de la Segunda República, pese a que desde el año 2007 en que su propio partido cuando él era diputado aprobó una Ley de la Memoria Histórica, Guerra pretende que rememoremos el pasado para no repetirlo.
Pero nada más lejos de la realidad: como la memoria histórica, que se realiza de manera funcional, Guerra recuerda unas cosas y olvida otras, selecciona funcionalmente lo que le interesa. Para empezar, no menciona que el golpe de estado de la Generalidad sólo fue posible gracias al golpe de estado que su partido, el PSOE, organizó a nivel nacional como respuesta a haber perdido las elecciones del año 1933 y ser desalojado del poder junto a los republicanos de Manuel Azaña. En su lugar, gobernaba una coalición de «centro-derecha», donde curiosamente la lista más votada la de la CEDA de Gil Robles, no se atrevía a gobernar por las presiones de la oposición, siendo el «republicanismo histórico» de Alejandro Lerroux quien asumió el gobierno; fue precisamente el sectarismo del PSOE, que consideró la entrada en el gobierno Lerroux de varios ministros de la CEDA como una declaración de guerra, el que inició ese camino hacia la insurrección en toda la Nación Española (con los sediciosos incluidos en los planes), fracasada estrepitosamente salvo en Asturias, donde provocó un auténtico baño de sangre. ¿Por qué no censura también Guerra a sus históricos camaradas por no haber renegado de semejante golpe de estado, que abrió el camino al golpe separatista de Companys y también a otro menos conocido en el País Vasco?
Además, rememorando aquel hecho del 6 de Octubre de 1934, en el que el general Domingo Batet se negó un día antes a seguir las indicaciones de Luis Companys, presidente sedicioso de la Generalidad catalana, y se puso en contacto con el Presidente del Gobierno republicano, Alejandro Lerroux, bajo cuyas órdenes se puso, ¿qué encontramos? Pues que la prudencia fue la principal virtud del militar leal a la República y a la Nación Española: conociendo perfectamente a los sujetos a quienes se enfrentaba, pese a rodear el Palacio de la Generalidad, esperó toda la noche a que los sediciosos se fatigasen, para que al amanecer el día siguiente se entregaran sin oponer la menor resistencia. Prudencia que hay que reconocer en el haber del actual Gobierno de España, que al menos cuenta sin restricciones con todos los partidos políticos para que el frente al desafío separatista no sea flor de un día…
Companys y los suyos fueron detenidos, pero no sin antes protagonizar una bochornosa fuga por las alcantarillas que evacuan cerca de la sede del gobierno catalán, en las que el Presidente de la Generalidad y sus más allegados fueron pronto detenidos y puestos a disposición de la Justicia. Seguramente, de haber intervenido Batet de forma inminente, el baño de sangre y las muertes inútiles hubieran sido el triste resultado. Sin embargo, el buen hacer del militar permitió desarticular el movimiento insurrecto… que más tarde el Frente Popular donde destacaba el PSOE se encargaría de reavivar, en un preludio de lo que sería la Guerra Civil Española y las constantes traiciones y desafecciones de la Generalidad de Companys durante el conflicto, una de las causas fundamentales de la derrota de su causa.
Desde la Fundación Denaes consideramos las palabras de Alfonso Guerra excesivamente confusas: toma un ejemplo del pretérito para explicarle al Gobierno de España cómo proceder ante los sediciosos, pero ni siquiera entona el mea culpa porque su partido entonces alentó a quienes promovían la sedicion por mero interés partidista, en lugar de procurar siempre defender el interés de España. Todo muy descriptivo de lo que ha sido la nefasta trayectoria de quien acumulase tanto poder en la primera década de la España democrática.
Fundación Denaes, para la Defensa de la Nación Española.