Pocos saben que para escribir tan extraordinario poema se inspiró Kipling en el texto de un gran cordobés y español de raza, Lucio Anneo Séneca


Últimamente podemos ver en TV un anuncio publicitario-deportivo de la empresa Repsol, en cierto modo desconcertante habida cuenta de lo poco que se estila en los medios cualquier referencia a la buena literatura. Más raro aún resulta escuchar el magistral poema “If” de Rudyard Kipling en la voz del actor José Sacristán, paladín no precisamente del esfuerzo y la rebeldía cósmicos, ofreciéndonos un recitado de sano estoicismo a través de consejos tan despreciados en esta España progre, banal e inconsciente ante a todo tipo de peligros. Llamar “impostor” al triunfo, exaltar el fracaso o recomendar que “tus nervios y el corazón sean tu fiel compañero”; “resistir aunque tus fuerzas se vean menguadas, con la única ayuda de la voluntad que dice: ‘¡adelante!’”; que no puedan “herirte ni amigos ni enemigos” mientras “todos te reclaman y ninguno te precisa”; y, sobre todo, rogar al menos “un minuto de combate bravío”… pone, la verdad, la piel de gallina cuando presentimos que puede ser y al cabo confirmamos que es originalmente un español, y por extensión España -ya en Roma una nobilísima vocación de universalidad- el objeto de tales requerimientos.

Porque pocos saben que para escribir tan extraordinario poema se inspiró Kipling en el texto de un gran cordobés y español de raza, Lucio Anneo Séneca, que dice así:

“No te dejes vencer por nada extraño a tu espíritu; piensa, en medio de los accidentes de la vida, que tienes dentro de ti una fuerza madre, algo fuerte e indestructible, como un eje diamantino, alrededor del cual giran los hechos mezquinos que forman la trama del diario vivir; y sean cuales fueren los sucesos que sobre ti caigan, sean de los que llamamos prósperos, o de los que llamamos adversos, o de los que parecen envilecernos con su contacto, mantente de tal modo firme y erguido, que al menos se pueda decir siempre de ti que eres un hombre”.

Ya Ángel Ganivet, tras reproducir este párrafo en su premonitorio «Idearium» (1897) -¡cuán recomendable recetario!- no pudo menos que concluir: “Esto es español; y es tan español que Séneca no tuvo que inventarlo, porque lo encontró inventado ya; sólo tuvo que recogerlo y darle forma perenne”.

La de hoy, reconozcámoslo, es una España afectada de los mismos males a que van dirigidos tales remedios; una España adocenada, desmembrada y enlutada ahora por la muerte de dos jóvenes guardias civiles a manos de ETA. Debemos pues extender la cobardía de sus asesinos a las instituciones que los protegen, es decir, ser de una vez conscientes de la amenaza real que nos acecha; acabar de comprender lo trágico y actual de estos avisos y escuchar nuestras voces más profundas, haciendo -¿por qué no?- profesión de fe senequista. Frente a los lobos. Al fin y al cabo, sufrida y estoica ha sido siempre España en sus momentos más difíciles y gloriosos. La publicidad es a veces, aunque cueste creerlo, tan fatal como reveladora.

FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA