Los nacionalistas fraccionarios se muestran mucho más perspicaces para captar que los individuos siempre forman parte de un grupo que les convierte en herederos de un territorio y un pasado político que los conforma de una determinada manera, aunque luego se pueda renegar de los benefactores como canalla desagradecida

Este año de 2008 se cumplen 50 años de la puesta en marcha del Plan Nacional de Estabilización Económica con el que el régimen franquista consiguió despegar económicamente. Hasta hace poco los libros y artículos que juzgaban dicho período de tiempo no podían dejar de reconocer los méritos del régimen en este terreno (se hablaba de “milagro económico”), aunque muchos intentaran deslucir sus logros resaltando la “falta de libertades” que, al parecer, convertían al país en una especie de “páramo cultural”. Pero en la actualidad, cuando España parece derivar hacia una confederación separatista y encara una crisis (también económica) cuyas consecuencias son imprevisibles, no sólo se cuestiona la herencia política o “cultural” del franquismo (como si “la cultura” no incluyera todo un repertorio de habilidades técnicas, científicas o diplomáticas estrechamente relacionadas con la capacidad productiva respecto de otros estados), sino que, además, se pretenden cuestionar los mismos logros económicos obtenidos por dicho régimen en la década de los 60.
Así hace, por ejemplo, Luis Ángel Rojo, quien fuera gobernador del Banco de España del año 1992 al 2000 con gobiernos del PSOE y que, a pesar de haberse formado en el régimen franquista (obteniendo la cátedra de Teoría Económica en la Universidad Complutense en 1966) sin embargo se atreve a decir, lapidariamente, que «Franco no tenía ni idea de economía. No creía que fuera importante para el país», como si Franco fuese un simple pasmarote, y no el máximo responsable de un régimen en el que, sin ser un lince económico-político, al menos dejaba hacer.
La sentencia del ex-franquista sobrevenido forma parte de una entrevista (ofrecida por el diario El Mundo en el suplemento Mercados del domingo 22 de junio) en la que se dan de lado importantes datos que sería preciso destacar para ser más justos con el militar español y el equipo de gobierno que tuvo que dirigir tras vencer en la guerra civil que dejó al país en la ruina. Entre otras cosas habría que decir que España no pudo levantar cabeza hasta que los vencedores capitalistas de la II Guerra Mundial aflojaron el embargo con el que tenían atenazada su economía. Incluso los países vencidos, especialmente Alemania occidental -que a diferencia de España podía ser fácilmente controlada por los EE. UU.-, tuvieron su plan Marshall para resurgir de las cenizas. Pero España sólo pudo acelerar su crecimiento cuando, como consecuencia de la Guerra Fría, dejó de verse como enemiga -más bien al contrario-, y el imperio capitalista consiguió incorporarla a su ámbito de influencia (implantación de bases militares, incorporación al FMI, al Banco Mundial, a OCDE y, finalmente, al Mercado Común).
El punto de vista del Sr. Rojo queda desmentido, además, por la abundancia de datos que ofrece el citado suplemento de El Mundo, que pone de manifiesto que lo realizado por el franquismo (por sus dirigentes, no por el “pueblo” -concepto oscuro donde los haya-) no puede ocultarse sin más, ni siquiera desde un punto de vista abstractamente economicista, muy querido por cierto liberalismo individualista que últimamente se llena la boca repitiendo que “lo importante son las personas, no los territorios”, con lo que facilitan la empresa disgregadora de España emprendida por los nacionalistas fraccionarios. Éstos se muestran mucho más perspicaces para captar que los individuos siempre forman parte de un grupo que les convierte en herederos de un territorio y un pasado político que los conforma de una determinada manera, aunque luego se pueda renegar de los benefactores como canalla desagradecida.
El PSOE hace tiempo que captó que en la España de las Autonomías, en la que se ha sobrerreforzado el poder de los nacionalistas, gana las elecciones quien mejor se adapta a la deriva secesionista. El PP de Pedro Arriola, a pesar de lo que le ha llovido al PP en los últimos años -y precisamente por eso- ha asumido la misma estrategia: lo más lógico para gobernar es dialogar con quien sea, aunque sean enemigos de España y de su herencia común.
FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA