Si el Constitucional vota contra el Estatuto y a favor de la unidad de España, entonces habrá un conflicto civil entre los unitarios y los disgregadores.


Como poniendo la venda antes de recibir la herida, o quizás hiriendo al vecino (socialista) antes de que haya preparado vendas, los líderes nacionalistas catalanes han empezado a sugerir que el paso del nuevo Estatuto de Cataluña por el Tribunal Constitucional va a acabar “mal” (para ellos), han subrayado que no tiene sentido que el asunto vaya a depender al final de un solo voto (¿y por qué no?) y, yendo un paso más lejos, incluso anuncian un conflicto entre las dos Españas.

Retengamos esta última observación: en plata, significa que si el Constitucional vota contra el Estatuto y a favor de la unidad de España, entonces habrá un conflicto civil entre los unitarios y los disgregadores. Conflicto que, evidentemente, desatarán los disgregadores, pues son ellos quienes lanzan la advertencia. Lo cual es tanto como amenazar a las instituciones, y a los españoles en general, para que nos dobleguemos ante su voluntad disgregadora si no queremos que haya lío. Es una vieja táctica: hace pocos años la empleó el ex presidente catalán Maragall precisamente sobre el Estatuto. También fue muy frecuente en la peor etapa de nuestra historia próxima. La pregunta es si, para España y los españoles, cabe mayor lío que la disgregación.

De momento, estas consideraciones nacionalistas no dejan de ser una inaceptable presión, completamente antidemocrática, sobre el Tribunal Constitucional. Y también nos informan sobre el verdadero carácter del nacionalismo catalán. Razón de más para no doblegarse ante él.