Echenique ha manifestado que pretenden llevar a cabo, si el pueblo los elige para tan, al parecer, importante decisión, una «modificación del Estatuto de Autonomía para otorgar al aragonés y al catalán el estatus de lenguas cooficiales de Aragón»


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Según se acerca la próxima cita electoral del 24 de mayo, se van conociendo los contenidos de los diversos programas con los que las formaciones políticas acudirán al escaparate democrático para reclamar el voto de los españoles, en esta ocasión en calidad de ciudadanos que han de elegir a sus representantes en las alcaldías y en algunas comunidades autónomas.

Es en este contexto en el cual hemos conocido una propuesta que, sin ser enteramente nueva –recordemos la Ley de Lenguas aprobada en 2009 por el PSOE, derogada posteriormente por el Partido Popular-, merece nuestro comentario. Se trata de un iniciativa del partido Podemos hecha pública por Pablo Echenique, cabeza visible de la sección aragonesa de tan ecléctico como rigorista partido en todo lo que respecta al desarrollo de un estado autonómico que pretenden hacer desembocar en ese oxímoron llamado «nación de naciones». Tales son los alcances de este grupo de profesores universitarios embelesados con las señas de identidad y los hechos diferenciales.

Así pues, en el adelanto de un programa cuya puesta de largo se producirá en breve, Echenique ha manifestado que pretenden llevar a cabo, si el pueblo los elige para tan, al parecer, importante decisión, una «modificación del Estatuto de Autonomía para otorgar al aragonés y al catalán el estatus de lenguas cooficiales de Aragón». Dicho lo cual, acaso en un ataque de realismo o cálculo electoral, ha aclarado que la propuesta se está estudiando por parte de los sesudos miembros de Podemos Aragón, quienes tras su reflexión y el pertinente proceso democrático de decisión por parte del Consejo Ciudadano, lo incluirán, o no, en su programa para las autonómicas.

La medida vendría acompañada de la creación de una Academia de la Lengua Aragonesa y de una Academia Aragonesa del Catalán, al frente de cada una de las cuales se situaría una «autoridad lingüística».
Por lo que se refiere a su dimensión educativa, el catalán sería una de las asignaturas de los centros educativos situados en las zonas aragonesas que limitan con Cataluña, es decir, en esa deletérea Franja que desde tanto tiempo viene siendo el objeto de deseo de unos catalanistas que suponemos encantados con el trabajo que para ellos pretende llevar a cabo Podemos. La implantación del catalán sería, además, optativa en educación primaria y secundaria en el resto de Aragón, si bien tales idiomas, el catalán y el aragonés, serían también introducidos en los ciclos de formación de adultos y formación de trabajadores que de este modo bien pudieran vender su fuerza de trabajo a las empresas catalanas.

Nacidos al calor de los medios de comunicación, los miembros de Podemos no podían desdeñar tales predios en esta labor de servicio al catalanismo, pues nadie ignora que las lenguas regionales son el vehículo ideal para la división entre españoles previa a la cristalización de nuevas naciones fraccionarias, razón por la cual pretenden que parte de la programación de la radiotelevisión aragonesa sea en catalán, medida a la que acompañaría toda una batería de subvenciones -Podemos vuelve a calcar la estrategia de CIU o ERC-, a periódicos y emisoras privadas de la región para que promocionen el catalán y el aragonés.

A la luz de estas indisimuladas intenciones, Podemos vuelve a mostrar que no es sino la quintaesencia de una ideología muy implantada en España, aquella que bebe en las más reaccionarias aguas alimentadas por una serie de oscuros componentes de carácter etnolingüístico que pretenden ser empleados para levantar barreras entre españoles. De una ideología dominada por el mito de la cultura al servicio de unas facciones que pretenden establecer discriminaciones –recordemos la cantidad de profesores que hubieron de abandonar Cataluña tras la implantación de la aberrante inmersión lingüística, dejando todo el espacio educativo en manos del catalanismo- entre españoles.

Sorprende, finalmente, que este catálogo de personajes que con tan autocomplaciente y ufana suficiencia presumen de pertenecer al mundo educativo, muestren tal ignorancia en materias tan importantes, en su dimensión política, como son las que tienen que ver con la lengua.

Causa estupor ver que los mismos que se derriten, en español, ante los políticos hispanoamericanos que hacen engordar sus cuentas corrientes, desprecien hasta tal punto la herramienta que les ha servido para acceder a tales puestos, pues de llevarse a cabo su absurdo plan de confinar regionalmente los idiomas, como si el español pudiera sin más identificarse con el castellano y este con Castilla, los éxitos, acaso pasajeros, cosechados en ultramar no hubieran podido producirse si un Echenique cualquiera fuera allí hablando aragonés o catalán…

Desde la Fundación DENAES no podemos sino situarnos frente a tales proyectos, al tiempo que mostramos nuestro apoyo a las acciones emprendidas, por todas aquellas plataformas, por ejemplo No Hablamos Catalán, que se ha manifestado en contra la imposición del catalán en su comunidad.