Érase un falcón a un felón pegado, érase un felón superlativo, érase un felón doctor y escriba, un felón por el separatismo auspiciado y monclovita atrincherado. Era Pedro Sánchez más felonado y falconizado.

El 15 de febrero de 2019 Pedro Sánchez anuncia elecciones generales (es decir, nacionales) para el 28 de abril, tras la negativa de los separatistas a aprobar los presupuestos generales del Estado (junto a PP y Ciudadanos). En la moción de censura contra Mariano Rajoy, a principios de junio de 2018, afirmó que tal cosa se haría «a la mayor brevedad posible». Pero ¿cómo esperar la verdad del mayor mentiroso del reino de las autonosuyas, los reinos de taifas?  

Sea como fuere, España (la descuartizada y desamparada España) tendrá que elegir entre la España de los balcones y la España de los felones, o entre la Expaña de los turriones y la Anti-España de los relatores; o entre la España de los masones y la España de los mariposones.  

Hubiese sido menos despilfarrador dejar tales elecciones para un «superdomingo» el 26 de mayo. Pero nada, la primera semana de la campaña coincidirá con la Semana Santa. ¡Ay de vosotros, felones y turriones, hipócritas! ¿A quién elegirán los españoles: a Barrabás o a Jesús el que llaman Cristo? ¡A Barrabás! O tal vez a Pedro Judas y Turrión el Zelote.

Puede que Sánchez tenga en mente prolongar su presidencia al calcular que, como ya pasó en las elecciones de noviembre de 2015, el voto esté tan distribuido y los escaños tan repartidos que no haya forma de formar gobierno y se tengan que repetir las elecciones. Eso prolongaría la estancia del felón en el falcón durante unos meses (Mariano Rajoy estuvo en tal limbo durante ocho meses, aunque volvió a ser presidente hasta que fue cesado en la citada moción).

    Sánchez afirmó el pasado sábado que el PSOE (el PSOE de Pedro Sánchez que las malas lenguas han bautizado como «Pedro Sánchez Odia a España») quiere una España en la que quepan todos. Y enseguida, como rectificando, añadió para no escandalizar a los bienpensantes y bienpensantas: «todos y todas». Porque ahora -con el monstruoso y aberrante delirio de la ideología de género- resulta que todos no son todos porque faltan todas. Añadió que su partido representa «el sentido común», la moderación y el progreso de todos en el conjunto del país. Es decir, el sentido común, la moderación y el progreso consiste en pactar con separatistas y podemitas (valga la redundancia), ocupar la Moncloa, recibir a Soros y calentar el sillón del falcón. Asimismo, ha llegado a decir que en los comicios del 28 de abril su partido obtendrá una «mayoría rotunda», como están pronosticando dudosas encuestas. Pronosticamos que el cordón sanitario se lo pondrán los votantes a Sánchez en tales elecciones obteniendo una vez más (y ya serían tres seguidas) el peor resultado del PSOE en unas elecciones nacionales. Andalucía es un claro precedente, por mucho que la ex inquilina de San Telmo fuese la acérrima enemiga del susodicho. Para compensar hay que sacar a Franco, que es lo importante; todo lo demás se nos dará por añadidura.

El PSOE alarmará a las masas con el cuento de siempre: «¡Que viene la derecha!». «¡Que viene el coco!». Ya el lunes, en la entrevista que le hizo Carlos Franganillo en TVE, Sánchez se refirió a los partidos congregados en Colón como «el bloque de la involución». Los podemitas son partidarios. Pero ahora resulta que la derecha no es una, sino trina: «las tres derechas»; o la derecha «trifálica», según el lapsus lingue que tuvo la ministra de Justicia Dolores Delgado. La misma que clasificó a tales derechas como «derecha, extrema derecha y extrema extrema derecha». Idiocia, extrema idiocia y extrema extrema idiocia.

¡Pero todavía va más lejos Irene Montero! ¡La «portavoza» de «Unidas Podemos»! Que se ha referido a Ciudadanos, PP y Vox como «tripartito reaccionario»; y que si se juntasen en un posible pacto para formar gobierno… ¡volveríamos al siglo XV! Ya dijo algún energúmeno (no sé si acaso era una energúmena) que el franquismo empezaba con los Reyes Católicos. Extrema extrema extremísima extremérrima hiperultramegaextremérrima idiocia.    

El Doctor Sánchez ha insistido en que «dentro de la Constitución todo, fuera nada». Constitución o barbarie. Cayendo así en un reduccionismo constitucional, en un constitucionalismo, o en un patriotismo constitucional, que es el último refugio de los canallas (y por lo que se ve también de los felones). He ahí su «manual de resistencia», para poder perseverar en el falcón. Dentro del falcón todo, fuera nada. Falcón o barbarie.     

«Este gobierno es un gobierno constitucionalista. El Partido Socialista es una partido constitucionalista», le dijo a Franganillo. Pero la propia Constitución del 78 es parte del problema del secesionismo en España. Los separatistas han llegado hasta donde están no a pesar de la Constitución sino precisamente por la misma. Aunque, eso sí, con la estimable colaboración de los antecesores monclovistas del Doctor Felón o Doctor No es No.

La Constitución es el problema, España la solución. Sánchez es el problema, España es la solución. España o barbarie. Pero, ¿Dios mío, qué es España? España no es el tema de nuestro tiempo, sino más bien el problema de nuestro tiempo. Delenda est feloniam.

Daniel López. Doctor en Filosofía.