La práctica legislativa en Cataluña está imponiendo una realidad cada vez más monolingüe, catalana, con clara marginación de la lengua común de todos los españoles.
Es injusto, porque es ilegal, que los niños catalanes no puedan estudiar castellano en Cataluña. El sistema definido en nuestra Constitución prevé una sociedad perfectamente bilingüe; la práctica legislativa en Cataluña, por el contrario, está imponiendo una realidad cada vez más monolingüe, catalana, con clara marginación de la lengua común de todos los españoles.
También es injusto, porque es irracional, que la Generalitat haya excluido a los autores que escriben en castellano a la hora de escoger la representación de la literatura catalana en la Feria de Francfort. Literatura catalana no es literatura en catalán. La literatura catalana se ha escrito desde siempre tanto en catalán como en castellano. Los autores más relevantes del panorama literario catalán, como Eduardo Mendoza o Juan Marsé, escriben en castellano. Ambos, como otros muchos, han sido arbitrariamente excluidos por un poder autonómico que navega en pleno delirio de la construcción nacional.
Todo esto ocurre ante la pasividad generalizada de las autoridades del Estado, que desde hace muchos años dejan hacer. Dejan hacer hasta que ya no haya nada que hacer. Salvo acoger a los exiliados del “nacionalismo obligatorio”.