Parece que un gobierno de coalición entre Unidas Podemos y PSOE (con el respaldo de los separatistas absteniéndose en la investidura) no va a llevarse a cabo. Pero el verano todavía es joven y ya se verá si se trata de una apariencia veraz o de una apariencia falaz.

Sánchez aseguró en el segundo discurso de investidura que busca el apoyo de Unidas Podemos y la abstención de los partidos llamados «constitucionalistas»; como si la cosa fuese contra los separatistas, ¡qué cosas! Sin embargo, éste, conmovido tal vez por el discurso patriótico del Rufián, no dudó en agradecer a ERC su abstención.

Aparentemente, ya sea de manera veraz o falaz, el PSOE quiere la repetición de las elecciones y así fagocitar al malherido Podemos. Qué duda cabe que unas nuevas urnas serían la tumba del podemismo; y esto, presumiblemente, lo saben bien los dirigentes morados. Temen a unos nuevos comicios como a las varas verdes, o como al advenimiento de la malvadísima «extrema extrema derecha». Posiblemente, aunque en cuestiones demoscópicas no hay que asegurar nada, supondría el ocaso del «partido de la gente». «No hay por qué esperar a septiembre. No hay vacaciones que valgan», suplica Irene Montero.

Para los podemitas «la repetición de elecciones no es una opción». Para los socialistas parece que esa es la opción. Por eso hay pavor en la formación morada a que el PSOE «amenace con elecciones». Desde Podemos se ha dicho que Iglesias Turrión se fue a su mansión de Galapagar «roto»; pues será que le ha salido el tiro por la culata la estrategia de montar un gobierno dentro del Gobierno. Tendrá que conformarse con montar un casoplón dentro del Casoplón. Sánchez quiere un gobierno coherente y cohesionado, y «no dos gobiernos en un Gobierno». Así como en el cielo no caben dos soles, tampoco en Moncloa caben Sánchez y Turrión. Un gobierno monocolor quiere Sánchez en su ambición.

La vicepresidenciable o, más bien, exvicepresidenciable y número dos de Podemos, Irene Montero, acusa a la vicepresidenta en funciones y vicepresidenciable Carmen Calvo de manipular documentos «para crear un relato que nos perjudica». Montero se refiere al documento de las peticiones de la formación morada a Sánchez que el PSOE filtró el miércoles por la noche; documento que llevaba el título de «Exigencias de Unidas Podemos», donde daban los detalles del gobierno que proponía el partido de los círculos y de las buenas intenciones. Pero el documento fue manipulado por el personal de la vicepresidenta que cambió el título para que pareciese que el acuerdo se había frustrado por culpa de Unidas Podemos: cambiaron la palabra «propuestas» por «exigencias». Y la vicepresidenta ha asegurado: «Unidas Podemos sola ha rechazado un Gobierno de coalición. Está rechazado y rechazado queda». «¡Nos han pedido el Gobierno!», exclamó. Nos vamos a elecciones que es lo que queremos, le faltó decir. «Con un 25% de representación en la cámara, han pedido el control del 80% del erario público», acusó Sánchez a Turrión minutos antes de la votación. 

Izquierda Unida (que no sólo sigue existiendo, sino que ahora dice que tiene 6 diputados) presiona a Podemos para que apoye a Sánchez aunque no sea en un gobierno de coalición, y da por bueno el famoso acuerdo programático (un programa que, según Sánchez, sería social, ecológico, feminista y laboral, es decir, fiel a la ideología podemizante, al fin y al cabo). A juzgar por las apariencias, en la coalición donde milita el casi centenario Partido Comunista de España (que parece que no existe, ni puede existir), hay todavía más temor a la repetición de la cita con las urnas. Indulgencia con Garzón, que bastante tiene con existir. El problema, estimado Alberto, no es el programa, el problema son los sillones.

IU acusa al PSOE, ¡menuda novedad!, de decir una cosa en la campaña electoral y hacer otra en el poder, «traicionando la esperanza de la ciudadanía progresista». ¿Y cómo se puede llegar a un acuerdo programático con unos hipócritas que dicen pero no hacen y traicionan las vanas esperanzas (y tal vez también la fe y la caridad) de la ciudadanía progresista favoreciendo a los poderes económicos financieros reaccionarios plutocráticos de extrema extrema avaricia?

Sánchez ofreció a Podemos el ministerio de sanidad y consumo, el ministerio de vivienda y de economía social y, finalmente, un ministerio de igualdad, «porque el feminismo es capital, está en el corazón de un proyecto político que se tilda de progresista». Tal ministerio, que se creó con ZP al mando de la «miembra» de su partido Bibiana Aído (o Bibiano Aída) es el ministerio ideológico por excelencia. Pero los podemitas rechazaron la oferta sanchista, «una propuesta respetuosa y sensata», dejó dicho Sánchez en su discurso de la segunda votación.

Ha dicho Montero sin renunciar a su habitual demagogia y ni mucho menos a su amado casoplón en el que vive con Turrión: «Para nosotros [queriendo decir «nosotras»] es importante no asumir un Ministerio de Vivienda que no tiene competencias para regular el precio de los alquileres o paralizar los desahucios sin alternativa habitacional».

Ahora Turrión no exige «líneas rojas» por la cuestión catalana. Lo que sea por un ministerio. Un ministerio bien vale una misa y no un réquiem por España. Podemos pide «competencias, no sillones». ¡En pie, famélica legión! A su vez, Turrión exigió, ¿o propuso?, que la Constitución del 78 «deje de ser papel mojado». Porque él no ha venido a abolir la Constitución, sino a darle cumplimiento. Podemos son el Régimen del 78 quintaesenciado.  

Podemos exige al PSOE negociar «en serio» en agosto. Porque, al parecer, lo visto en julio ha sido un cachondeo y un circo. La «investidura» ha sido un asunto poco serio: una negociación de gobierno que no ha sido negociación y ni mucho menos de gobierno; simplemente ha sido una cosa «cutre», como señaló Turrión; al César lo que es del César, y al Marqués de Galapagar lo que es del Marqués de Galapagar. Ahora, en agosto, va en serio. ¿Tendremos gobierno? ¡Sí, en agosto! Todo muy serio.

Un gobierno de coalición PSOE/Unidas Podemos es un gobierno que beneficia a los separatistas: «no hace falta ser Noam Chomsky para saberlo», que diría Rufián promocionando los cuentos infantiles del secesionista preso Oriol Junqueras. El poeta Aitor Esteba también se sentía «decepcionado». Si hace unos meses el problema era el relator ahora es el relato, se lamentaba el nacionalista vasco. El gobierno de coalición sociopodemita era y es abiertamente deseado por los separatistas, y sería meramente un títere o testaferro de los mismos, como apuntó Santiago Abascal en su intervención. Hace falta estar muy ciego para no querer ver lo que es de sota caballo rey: el interés de los enemigos de España reside en un gobierno PSOE/Podemos.  

Ahora bien, ¿por qué socialistas, podemitas y separatistas no han aprovechado la ocasión para darle jaque mate a la nación española? En cualquier cosa el PSOE seguirá empeñado en buscar el apoyo del secesionismo y el podemismo (esto es casi una redundancia), incluso tras unos nuevos comicios en los que, presumiblemente, obtenga unos resultados más holgados. Al fin y al cabo, van a tener que pactar para formar ese gobierno de «cambio», es Frankestein resucitado. Aunque tampoco cabe descartar una abstención del PP y de Ciudadanos como ya hizo el propio PSOE (y también Ciudadanos) en la investidura de Mariano Rajoy. De momento ambas formaciones «constitucionalistas» (Podemos también es constitucionalista, pero quintaesenciado) más los votos de Vox, Coalición Canaria y Juntos por Cataluña (estos últimos por otros motivos) le han dicho a Sánchez, de uno en uno, no es no 155 veces.

Daniel López. Doctor en Filosofía.