Estados Unidos está «profundamente comprometido a mantener la relación con una España fuerte y unida»
Pocos días después de que las hordas catalanistas salieran a la calle para denigrar a España y exhibir el músculo fortalecido tras años de adoctrinamiento con el que pretenden mutilar a la Nación, consumando un expolio de mucha mayor escala que el perpetrado por muchos de sus viejos santones, se ha celebrado una reunión que debe tenerse muy en cuenta.
La reunión aludida es la mantenida por el presidente de EE UU, Barack Obama, y el rey de España, Felipe VI. El escenario, el célebre despacho oval de la Casa Blanca.
De lo que ha trascendido de tal encuentro, hemos de destacar unas palabras del mandatario yanqui según las cuales Estados Unidos está «profundamente comprometido a mantener la relación con una España fuerte y unida», al tiempo que expresaba su deseo de visitar nuestra nación antes de enero de 2017.
Las palabras de Obama invitan, evidentemente, al análisis, pues recuerdan a las manifestadas poco antes de la celebración del referéndum en el que Escocia se planteaba si seguir o no en el Reino Unido, consulta en cuyo espejo se miran los alucinados catalanistas siempre vacilantes entre el narcisismo y el victimismo.
En definitiva, las manifestaciones del presidente norteamericano recuerdan una realidad a menudo ignorada a la hora de abordar el problema del secesionismo. Sin embargo, el grave problema por el que atraviesa hoy España dista mucho de ser un problema meramente doméstico que pueda zanjarse entre los dos agentes implicados por el movimiento catalanista: los sediciosos y el resto de españoles. Y ello, porque, aun asumiendo como mera hipótesis la existencia de tales bloques, la realidad histórica nos enseña que ni siquiera en las llamadas guerras civiles, y la española es un claro ejemplo de ello, comparecen únicamente dos bandos, pues, acaso en la retaguardia o entre bambalinas, siempre aparecen las siluetas de terceras potencias. Es precisamente una de esas sombras, la norteamericana, la que ha aparecido hoy en el despacho oval, aunque seríamos más ajustados diciendo que en realidad ha reaparecido.
Y utilizamos el verbo reaparecer conscientes del importante papel que los Estados Unidos jugaron en una España que, aunque marcada por el franquismo, era una pieza más en el tablero de la Guerra Fría en el cual la URSS, hoy desaparecida y casi olvidada dada la amenaza que su caída, el islamismo, ha supuesto, suponía una alternativa a la democracia de mercado que ha marcado el crecimiento de la nación heredera de las trece colonias inglesas. Fue precisamente durante esa época cuando, discretamente, se financiaron diversos grupos de franquistas descontentos que darían forma a la actual socialdemocracia española y, lo que es más importante, a una Constitución de calculada ambigüedad en cuanto al tratamiento de la cuestión nacional y regional.
La caída del Telón de Acero y la entrada de España en el club europeo, cambiaron radicalmente el panorama. Sin embargo, la estructura fragmentaria de España que se quiso consolidar como mejor antídoto frente al comunismo, se mantuvo en pie por muchas razones entre las que hay que señalar, por su gravedad, la oportunista estrategia de alianzas seguida por los partidos que han ido llegando al poder, siempre apoyadas en facciones separatistas a las que fueron entregando las instituciones regionales.
Llegados a este punto, y tras más de medio siglo de acciones en el sentido descrito, la realidad de la nación española es una creciente tendencia a la balcanización que, en cualquier caso, sólo podrá llevarse a cabo con la complicidad de unas terceras potencias que amparen procesos como el que trata de culminarse en Cataluña.
He ahí, pues el valor de unas palabras, las de Obama, que desde la Fundación DENAES valoramos. Confiemos en que nuestros mandatarios y sus posibles alternativas sepan interpretarlas en un sentido verdaderamente nacional en aras del fortalecimiento de nuestra nación: España.
Fundación Denaes, para la defensa de la Nación española