Si el PP de Galicia, en efecto, busca la armonización social de ambas lenguas (rectificando la línea impuesta por el bipartito en la pasada legislatura), tendrá que empezar por romper con las evidencias, completamente absurdas por falsas, de que el español es lengua extraña a Galicia y que se ha impuesto violentamente por el «imperialismo castellano».


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Uno de los tópicos más repetidos, en relación a las lenguas vernáculas no comunes existentes en España, es el que se ocupa de considerarlas como lenguas «propias» de la región –-comunidad autónoma– correspondiente. Particularmente los Estatutos de Autonomía, así como, en general, el ordenamiento jurídico relativo a estas lenguas, insisten en ello una y otra vez. En el Estatuto de Galicia, por ejemplo, art. 5, se dice, sin más, «la lengua propia de Galicia es el gallego». Queda excluido por tanto el español, parece deducirse, como lengua propia de la región, viéndose así éste desplazado a la condición de lengua adventicia, impropia, postiza, extraña en fin, según afirmábamos en el editorial de ayer. Cuando además, desde instancias oficiales (ya no de sectores más o menos marginales) -–sin ir más lejos, desde la web de la Xunta de Galicia–, se habla de la «imposición» del español durante siglos en dicha región y de la «normalización», necesaria, como compensación de tal imposición, para restaurar la «lengua propia», entonces es imposible, desde tales premisas, evitar la obstaculización, cuando no directamente el impedimento o negación del uso y aprendizaje del español en dichas regiones.

El español, esta es la evidencia incontrovertible que alimenta la legislación, ha desplazado violentamente a las lenguas vernáculas a la marginalidad, a la «anormalidad» y, ahora, con la democracia hay que devolverles a esas lenguas su dignidad, el lugar natural que les corresponde como «lenguas propias», frente al español extraño e invasor. De este modo, reivindicar el bilingüismo, desde esos presupuestos, va a ser considerado, y es que así se deduce en efecto del ordenamiento jurídico, una verdadera traición. Una traición, en la que recaería sin duda «Galicia Bilingüe», por ejemplo, cuando se niega a que esa «restauración» del gallego en su dignidad se lleve a cabo, pues cualquier promoción o defensa del uso del español supondrá un paso atrás en este sentido y, a la postre incluso, complicidad con aquella «imposición» llevada a cabo durante siglos.

Así, por más que el PP gallego y el gobierno de Feijoo busquen que la oposición secesionista les perdone la vida, declarando, Feijoo y otros líderes del PP (como José Manuel Baltar, etc), su «galleguismo» a los cuatro vientos en plena jornada festiva del día de las «Letras Gallegas». Incluso por más, decimos, que el nuevo gobierno gallego vea en el homenajeado de este año, Ramón Piñeiro, un ejemplo de «galleguismo» a seguir (curiosamente el propio Piñeiro no vio esto en el PP gallego, pues fue diputado en el Parlamento de Galicia por el PsdeG), la oposición a Feijoo no está dispuesta a perder ocasión, por más de perfil que se pongan los populares gallegos, para declarar al PP «enemigo del gallego» y, por supuesto, del «pueblo gallego» (al ser este atacado en lo que tiene de más valioso: la lengua). Y es que el mismo domingo, el PsdeG, de la mano de su líder Manuel Pachi Vázquez no perdió ocasión, ejercitando el tactismo característico practicado por la socialdemocracia española, para declarar que «el mayor peligro para el gallego es Feijoo». Esto dijo el líder socialista Vázquez ante la tumba de Piñeiro.

Pues bien, el PP de Galicia está preso de la propia legislación, elaborada por cierto gobernando el PP (en tiempos de Fraga), y si, en efecto, busca la armonización social de ambas lenguas (rectificando la línea impuesta por el bipartito en la pasada legislatura), tendrá que empezar por romper con las evidencias, completamente absurdas por falsas, de que el español es lengua extraña a Galicia y que se ha impuesto violentamente por el «imperialismo castellano». Mal camino, sin embargo, es el «galleguismo», también puro tacticismo electoralista que, además, puede salir mal al PP.

FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA