El delirio de la CUP es tan grande, que pretenden no sólo eliminar las banderas de España en Barcelona, sino además barrer la estatua de Cristóbal Colón, justo cuando la mitología y delirio separatistas lo han convertido en «catalán».


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Que las sectas separatistas no son más que una suerte de pseudopartidos cuya apariencia de legalidad no es más que un subterfugio para robarnos nuestra soberanía nacional, es un hecho. Que estas sectas, pese a su objetivo común de atacar a la Nación Española, viven constantemente a la gresca entre ellas, también. Lo vemos en el proceso separatista en Cataluña, donde las contradicciones internas son constantes y no parece vislumbrarse solución alguna, pero también en otros lugares de nuestra geografía nacional donde la falta de entendimiento constituye la tónica fundamental.

En ocasiones, estas disputas se producen aparentemente por motivos nimios, pero con una importancia mucho mayor de lo que se cree. Tal es el caso de la reciente propuesta del partido de la CUP, que a través de su grupo municipal en el consistorio de Barcelona, ha hecho público lo siguiente: que no puede mantenerse durante más tiempo la presencia de la estatua dedicada a Cristóbal Colón, que luce en el perfil marítimo de la Ciudad Condal, al final de la emblemática Rambla barcelonesa. Propuesta que, felizmente, fue rechazada este viernes por el pleno del Ayuntamiento.

No obstante, no sería simplemente su supresión lo que persiguen estos delirantes hispanófobos, sino su sustitución por una representación de la resistencia indígena a la colonización española en América. Algo así como una alegoría del «Día de la Resistencia Indígena» que el desaparecido ex presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez, implantó como celebración alternativa al Día de la Hispanidad, el 12 de Octubre, que en unos días se celebrará en diversos lugares de la comunidad de hispanohablantes repartida por todo el mundo.

Justo ahora los «cuperos» se destapan con semejante propuesta. Justo cuando, a través de entidades hipersubvencionadas como el Instituto Nueva Historia, toda una serie de personajes destacados de la Historia de España han sido rebautizados como «catalanes», Cristóbal Colón incluido. En consecuencia, lo que pretenden las huestes de David Fernández y Ana Gabriel es, siendo coherentes con su delirio, «quemar en efigie» a «un catalán», desde su donoso escrutinio de inquisición hispanófoba.

Nada de ello importa a María José Lecha, María Rovira y José Garganté, concejales de la CUP en el sufrido ayuntamiento barcelonés regido por la sin par y prestigiosa Ada Colau, Colón no es más que lo que siempre se ha dicho desde instancias negrolegendarias: un genocida que destruyó la cultura los nativos americanos. Así, siguiendo los pasos del indigenismo antiespañol que desgobierna buena parte de Nuestra América (por fortuna para nuestros hermanos hispanos hoy en franca retirada), pretenden ensalzar un idealizado pasado prehispánico, justo en la ciudad donde el Almirante de la Mar Océana fue recibido con toda la pompa posible por los Reyes Católicos, tras el retorno de su primer viaje a América, en la españolísima Barcelona.

Sin embargo, esta singular secta separatista, que muchos periodistas despistados caracterizan como «antisistema» pese a haber logrado alcanzar un lugar destacado dentro del «sistema» de la sedición en Cataluña, exige a la alcaldesa Ada Colau no solamente cambiar los nombres de las calles y plazas borbónicas, sino que también elimine las escasas banderas españolas que ondean en algunos edificios municipales.

Propuesta que significa no solamente una extralimitación en las funciones de un consistorio, puesto que se trata de la bandera de la Nación Española, que con la ley en la mano no puede ser suprimida de su lugar junto a la correspondiente enseña municipal, sino que constituye por sí misma un flagrante delito e irregularidad; no podemos olvidar que diversos alcaldes de numerosos municipios de nuestra geografía nacional han realizado tal acto, especialmente tras la llegada del «cambio» y también con el inicio del «proceso» separatista, y han sido respondidos desde las instancias jurídicas con la exigencia de reponer la presencia de los símbolos nacionales en la fachada de sus respectivos consistorios.

Sin embargo, en este caso la ofensiva de la CUP en el ayuntamiento barcelonés obedece a una premeditada estrategia, combinada con la de la también hispanófoba Ada Colau, y que tendrá como punto álgido la sustitución del nombre de la sala de plenos municipal, hasta ahora nombrada como de la Reina regente, para así estrenar el 12 de Octubre, Día de la Hispanidad y Fiesta Nacional de España, con el nombre de Carlos Pi Súñer, alcalde de Barcelona durante la Segunda República Española.

Asimismo, no conviene olvidar que el pasado 23 de Septiembre, el Boletín Oficial de la Provincia anunciaba el cambio de nombre de la Plaza Juan Carlos I, correspondiente al cruce de la Diagonal con el Paseo de Gracia, por el de «Cinco de Oros» de la baraja de naipes. La plaza, concedida al hoy Rey emérito por el entonces alcalde de Barcelona, el socialista Narciso Serra, en 1981, en homenaje al papel que Su Alteza Real había desempeñado para frenar el golpe de estado del 23 F, ahora es borrada del callejero de la Ciudad Condal, en una constante ofensiva contra todo lo que tenga que ver con la Historia de España.

Desde la Fundación Denaes alertamos de la machacona ofensiva de las sectas separatistas en Cataluña. Su intento de eliminar la estatua a Cristóbal Colón en Barcelona, se produce justo ahora que al descubridor de América se le ha rebautizado como «catalán» desde otros sectores sediciosos, desde una óptica divergente pero idéntica en su objetivo final: la destrucción de todo lo que tenga que ver con la Historia común de España en Cataluña.

Fundación Denaes, para la Defensa de la Nación Española.