VOX recupera los sobres de propaganda electoral y los líderes de Podemos acuden al funeral de los agentes fallecidos en Kabul


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El día posterior al áspero debate televisivo que tanta polvareda ha levantado, ha tenido a la bandera nacional como elemento central.

El protagonismo de la misma ha venido de la mano de dos figuras que cabe denominar como emergentes aunque se trate de dos personas largamente ligadas al mundo de la política, ya sea encuadrados en partidos políticos, como es el caso de Santiago Abascal, o al ámbito de la enseñanza, como ocurre con un profesor universitario como Pablo Iglesias Turrión, quien en más de una ocasión ha mostrado importantes flaquezas formativas.

Por lo que respecta al primero de ellos, es sabido que Abascal, tras abandonar un Partido Popular en el que militó, junto a su padre amenazado por ETA, durante muchos años, fundó un nuevo partido VOX, que hasta la fecha no ha accedido más que a alguna pequeña alcaldía. VOX, que enarbola la bandera de «la derecha», se encuentra de este modo, dada su escasa presencia institucional, ante grandes dificultades para llegar masivamente al público elector, pues es sabido que el factor económico determina en gran medida la posibilidad del acceso al mismo. Factor al que hemos de sumar el mediático, que tanto ha hecho por fortalecer a ciertos líderes emergentes que ya parecen políticos de toda la vida.

Acaso por ambos motivos, la exhibición de una ideología «de derechas» que sociológicamente tiende a interpretarse en España como identificada con unos símbolos que cierta «izquierda» tiende a rechazar visceralmente, el partido de Abascal decidió enviar su propaganda electoral dentro de un sobre que reproducía, en su totalidad, la bandera nacional.

Así las cosas, y cuando el partido trató de mandar 900.000 cartas a Correos para que pudieran llegar a parte del electorado, estas quedaron inmovilizadas. Los motivos esgrimidos para sostener lo que desde VOX se interpretó como secuestro, apelaban a la Ley Electoral que regula el uso de la bandera de España y establece que «se prohíbe la utilización de la bandera de España a cualesquiera símbolos o siglas de partidos políticos, sindicatos asociaciones o entidades privadas».

No obstante la medida, y ante las acciones legales de los de Abascal, que añadieron a sus argumentos técnicos ejemplos análogos de utilizaciones de símbolos oficiales por parte de otros partidos en Cataluña o Andalucía, la propaganda ha sido desbloqueada y será distribuida con máxima urgencia.

Las vicisitudes expuestas no pueden extrañar a la Fundación DENAES, que ya encontró obstáculos legales al inicio de su andadura, pues las autoridades consideraban que la acción de una Fundación con objetivos como los que sostenemos, interfería con los llevados a cabo desde el mundo oficial. El leguleyo obstáculo fue, no obstante, sorteado, y DENAES, prosigue trabajando en aras de un patriotismo que a menudo se echa en falta en esas instancias oficiales transidas de formalismo, razón por la cual no entendemos los reparos puestos ante el uso de la bandera española por parte de un partido político que defiende, cuando menos, la integridad de la Nación.

Coincidiendo con la liberación de la rojigualda propaganda electoral de VOX, se celebró ayer el funeral por los dos agentes muertos en Kabul: Isidro Gabino San Martín Hernández y Jorge García Tudela, cuyos ataúdes estuvieron cubiertos precisamente por banderas de España en un acto que contó con la presencia de Felipe VI, la reina Letizia y los siete agentes que estaban de servicio en la embajada cuando se produjo el ataque.

No eran estos, naturalmente, los únicos asistentes a una ceremonia oficiada por el arzobispo castrense. Entre los numerosos invitados destacó la figura del líder de Podemos, el eurodiputado español Pablo Iglesias Turrión, célebre, entre otros motivos, por haber injuriado en numerosas ocasiones a las fuerzas policiales que ayer mismo se despedían de dos de sus compañeros. Mientras algunos de sus compañeros de la casta universitaria, es el caso de Errejón, se entregaban a la tarea de borrar algunos de sus pretéritos mensajes insultando a la policía, Iglesias asistía a una ceremonia en la cual figuraban algunos de los símbolos que con tanto desprecio ha rechazado en aquellos tiempos en los que se sentía honrado por participar en debates mantenidos en herriko tabernas presididos por la bandera del racista PNV, convertida en símbolo, nada menos, que de una comunidad autónoma española.

Iglesias, acaso pensando que la Moncloa bien vale un funeral militar, soportó estoicamente la abundancia de banderas nacionales, las mismas que representan la nación que él pretende dinamitar, favoreciendo la desigualdad entre españoles, para dar paso a un absurdo y folclórico «estado plurinacional» al que DENAES, institución que exhibe sin complejos la enseña nacional, tanto combate.

Fundación Denaes, para la defensa de la Nación española