En efecto, un pacto en ese sentido es imprescindible, pero su firma puede conllevar el blindaje de la tiranía lingüística a la que están sometidos muchos de nuestros escolares. La llamada «inmersión lingüística» llevada a cabo en diversas regiones españolas, es también una inmersión ideológica, basada entre otras cosas, en el fomento del odio hacia lo español y en la falsificación/fabricación de nuestra historia.
La última iniciativa de Esperanza Aguirre, orientada a reforzar la autoridad de los profesores en las aulas, ha suscitado un debate en la calle y los medios, y una votación en la Asamblea madrileña, que ha vuelto a mostrar el usual comportamiento pauloviano de nuestros representantes. Ante la propuesta de Aguirre, PSOE e IU, cautivos de su sectario automatismo, votaron en contra aduciendo peregrinos argumentos.
Días antes de las manifestaciones de la Presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, el titular de la cartera de Educación, Ángel Gabilondo, mostraba una fe frailuna en la posibilidad de llegar a acuerdos con el «principal partido de la oposición» en lo que toca a los asuntos educativos.
Ambas propuestas parecen sensatas. Por un lado, el colectivo de profesores está necesitado de un mayor grado de protección, y por otro, la Educación necesita encontrar una estabilidad de la que ha carecido en las últimas décadas debido a los incesantes cambios de leyes educativas, siempre al compás del partido gobernante de turno.
La Fundación DENAES ve con buenos ojos tales propuestas, mas no puede ocultar su recelo con respecto a los anhelos del profesor de Metafísica devenido en Ministro. La razón de este recelo, se cifra en el peligro que un tal pacto puede suponer para la formación de las futuras generaciones de españoles.
En efecto, un pacto en ese sentido es imprescindible, pero su firma puede conllevar el blindaje de la tiranía lingüística a la que están sometidos muchos de nuestros escolares. La llamada «inmersión lingüística» llevada a cabo en diversas regiones españolas, es también una inmersión ideológica, basada entre otras cosas, en el fomento del odio hacia lo español y en la falsificación/fabricación de nuestra historia.
Estas son, entre otras, nuestras razones para manifestar un sereno recelo hacia la propuesta de don Ángel. La imprescindible reforma que ha de acometerse, debe pasar por la garantía de que el español pueda estudiarse en cualquier punto de nuestra geografía, asunto esencial al que hemos de sumar el conocimiento precisamente de nuestra geografía e historia, ahora ocultas bajo los alucinados delirios de la grey antiespañola. La responsabilidad, al margen de un deseado pacto entre los partidos mayoritarios que debiera extenderse a otros campos, pertenece, en cualquier caso a nuestros gobernantes, capa conjuntiva de nuestra sociedad política que a menudo no hace honor a su nombre.
FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA