Pese a que el grueso de los países hispanoamericanos desdeña o rechaza celebrar el Día de la Hispanidad apelando a ideologías delirantes y negrolegendarias, la efeméride del 12 de Octubre ha cobrado una gran importancia en Estados Unidos


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La festividad de la Hispanidad rememora la gesta española del 12 de Octubre de 1492, el momento en el que el marino español Cristóbal Colón encuentra un nuevo continente que más tarde será bautizado como América. Una gesta inigualable que cambió el mundo tal y como se conocía y que formó las bases de una comunidad hispánica de más de 400 millones de hispanohablantes, la Hispanidad, donde hay que incluir también a Estados Unidos, formado sobre las bases del Imperio Español que dio forma a América. Proclamada la independencia del continente americano y formadas sus actuales naciones, la idea de conmemorar a esa comunidad de naciones con una historia y cultura comunes cristalizó en el Día de la Hispanidad, celebrado por vez primera en Argentina en 1917 y en España en 1918.

Sin embargo, en las actuales repúblicas hispanoamericanas el odio a lo español crece por momentos, y contemplamos numerosos gestos de desdén y menosprecio hacia la Historia común de España y América. No sólo se derriban estatuas de Cristóbal Colón, Hernán Cortés o Francisco Pizarro, sino que el Día de la Hispanidad, que muchas naciones hermanas ni siquiera contemplan como día feriado, lo rebautizan como Día de la Resistencia Indígena; tal es el caso de la Venezuela de los indigenistas Hugo Chávez y Nicolás Maduro.

Esta idea de una Hispanidad basada en los lazos comunes que unen a los españoles de ambos hemisferios a través de la lengua española y la Historia común está corrompida en forma de indigenismo, procedente de la idea delirante y alucinatoria que los misioneros supusieron en los primeros años de la conquista americana, a saber: que el Apóstol Santo Tomás habría evangelizado previamente a los americanos en los primeros años de la Era Cristiana, para que no estuvieran «dejados de la mano de Dios». Llegado el momento previo a la independencia, la idea del Apóstol Santo Tomás sería agitada por el clérigo de la Nueva España Fray Servando Noriega, que convertiría al Apóstol en el símbolo de una América preexistente y oprimida por España.

En España esas ideas negrolegendarias también tienen su referente en los proyectos separatistas que consideran que la Leyenda Negra de España alienta la disolución de la Nación Española, pero también en pánfilos traidores que, imbuidos en sus pobres ideologuemas, pretenden contentar a nuestros enemigos asumiendo semejantes argumentos y reforzándoselos al máximo. Tal es el caso de los «profesores de Ciencias Políticas» Juan Carlos Monedero, Íñigo Errejón y Pablo Iglesias Turrión, que han sido durante varios años asesores de los gobiernos indigenistas «bolivarianos», transmitiéndoles la necesidad de acabar con la opresora España mediante hechos tan positivos como la expropiación sin indemnización de nuestras empresas asentadas en varios países hispanoamericanos, así como la propagación de las ideas más bastardas y negrolegendarias sobre España.

No hay que olvidar que la fundación que apadrina Pablo Iglesias llegó a proponerle a Hugo Chávez ni más ni menos que fundar un museo sobre el genocidio español en América; genocidio que no existió, pues no hay más que ver la preeminencia indígena en la población americana. De hecho, las muertes atribuidas durante siglos a la explotación de los colonos españoles fueron en realidad producto de agentes patógenos cuya existencia los españoles desconocían, tal y como han demostrado estudios epidemiológicos realizados décadas atrás. Huelgan más comentarios sobre Pablo Iglesias, quien como líder de Podemos ha declinado participar junto a las demás autoridades de España del Día de la Hispanidad, algo que agradecer pues su hispanófoba presencia no haría más que enturbiar nuestra Fiesta Nacional.

Pero olvidemos a estos sujetos enfermos de hispanofobia y henchidos de Leyenda Negra, que ya no tienen remedio en su enajenación, y miremos hacia un hecho notorio: la penetración hispana en Estados Unidos, que lleva varias décadas siendo un elemento notable: no sólo al nivel de los más de 40 millones de hispanohablantes (minoría ya superior a los hiperrepresentados «afroamericanos») que han ido asentándose en el Imperio realmente existente, sino vía recuperación de la influencia española en la formación de Estados Unidos. No conviene olvidar que las primeras ciudades norteamericanas, San Agustín y Santa Fe, fueron fundadas por el Imperio Español en el siglo XVI y festejan orgullosas sus efemérides ligadas a la Nación Española.

Tampoco podemos dejarnos en el tintero la influencia decisiva de España en la independencia de los Estados Unidos, con héroes españoles como Bernaldo de Gálvez, el libertador de Pensacola, ciudad que hoy le celebra con orgullo, en plena reivindicación del militar español en el Imperio norteamericano, que no en España desgraciadamente. En consecuencia, si hoy cabe hablar de la Hispanidad como proyecto efectivo más allá de la retórica, no es gracias a unas naciones herederas del Imperio Español que justifican su nefasto transitar en argumentos indigenistas y negrolegendarios, sino por la presencia hispana en Estados Unidos tanto en lo actual como en lo histórico.

Desde la Fundación Denaes valoramos la penetración hispánica en Estados Unidos como una forma de refundación de la idea de Hispanidad, especialmente tras el patético espectáculo que los países hispanoamericanos ofrecen en ambos hemisferios, no sólo en la Nación Española con diversas sectas que la desdeñan, sino con la secular lacra indigenista en Hispanoamérica que conduce a dejar varado cualquier proyecto de unidad política que pueda intentar gestarse.

Fundación Denaes, para la Defensa de la Nación Española.