Finalmente Sánchez no ha sido capaz de formar gobierno, o bien no ha querido, y para el 10 de noviembre convoca otra vez a los españoles a que depositen papeletas en las urnas (al ser posible las de su partido). El doctor ha reconocido que si fuese presidente del gobierno con un ministro podemita en Hacienda y con la responsabilidad de las pensiones «no dormiría por las noches como el 95% de los españoles que estarían intranquilos, incluidos los votantes de Unidas Podemos». Porque Sánchez quiere «un gobierno, no cualquier gobierno», como si no quisiese un nuevo Frankenstein. No nos extrañaría en absoluto ver a Sánchez, dado su largo historial de contradicciones, decir tras las elecciones justo lo contrario: que dormiría hasta en una serrería con un podemita en Hacienda o bajo la responsabilidad de las pensiones y formar otro Gobierno Frankenstein.

No obstante, Sánchez vería en dicha coalición -eso dice ahora- dos gobiernos: «uno del PSOE defendiendo la Constitución y otro de Unidas Podemos hablando de presos políticos». Se trataría de un gobierno esquizofrénico que a buen seguro lo único que hubiese tenido es inestabilidad (y ya no digamos cómo se pondría la cosa a nivel de disparates: a tal locura se uniría la necedad). Ahora bien, eso no quita que el PSOE y el partido de Iglesias Turrión puedan entenderse y colaborar sin necesidad de formar un gobierno de coalición, como reconoce el doctor. No obstante, en una cosa tiene toda la razón Turrión: «Sánchez quiere hacerse con todo el poder para dormir bien». Y en eso ha puesto todo su empeño el presidente (ahora eterno presidente en funciones) desde que llegó a la Moncloa; pues lo primero que hizo, según su propia confesión, fue procurarse un buen colchón: el sueño eterno del señor del falcón.

Asimismo Sánchez ha afirmado que tras el 10N tampoco formará una coalición con Unidas Podemos porque tampoco dormiría por las noches. Así se lo comunicó a su Ejecutiva al señalar como «inviable» tal coalición. Pero ya sabemos que el presidente doctor es un auténtico especialista en decir una cosa y la contraria y quedarse tan pancho como si la lógica no existiese o no le importase ocho cuartos (tampoco con esto ha inventado la pólvora).  

Aunque Sánchez ha señalado como «esperanzadoras» cosas que le ha escuchado a Iñigo Errejón, que por fin se ha decidido a dar el paso y vengarse de su ex compañero Turrión formando un nuevo partido a nivel nacional de cara a los próximos comicios. Sobre Errejón el doctor hizo mención de las «enormes diferencias» que tiene con Turrión. Como, por ejemplo, cuando quiso facilitar un gobierno progresista para la Comunidad de Madrid al estar dispuesto «a darle sus votos gratis a Ángel Gabilondo para evitar que la ultraderecha entrara en el Gobierno». Algo que «parecería de ciencia ficción en boca del señor Iglesias». En referencia a esto, Turrión ha manifestado que ellos respetan a sus votantes y no le dará al PSOE «los votos gratis». Sánchez podría usar para su campaña el lema «Más Errejón y menos Turrión».

El partido de Errejón irá contra el de Turrión. No ya, desde luego, en lo político e ideológico, salvando algunos matices, sino en el reparto de los votos. En esta rocambolesca circunstancia el errejonismo puede ser la tumba del podemismo, o más bien del turrionismo. Turrión sabía muy bien que el salto de Errejón a la política nacional (él prefiere hablar de «política estatal», per descomptat) es cuestión de tiempo, y que «hay que naturalizarlo». Lo mismo habrá querido decir que «hay que neutralizarlo».  

El doctor también ha arremetido contra Ada Colau al amenazar la alcaldesa de la tristemente problemática ciudad condal de manifestarse en favor de los mal llamados presos políticos si la sentencia contra éstos es dura. Porque, en tal caso -dice la susodicha- eso sería indicio de que en España no se respetan los sacrosantos aunque burgueses derechos humanos. Ada Colau es una separatista, por si hay algún despistado que no se haya percatado a estas alturas de su alcaldía. De hecho votó en el pseudoreferédum y para más inri lo hizo favor de la mal llamada independencia.  

Turrión reconoce su error porque confió en el doctor. ¿Y quién es tan ingenuo como para confiar en el señor del falcón, el señor de la contradicción? El pardillismo ha venido a sustituir a la picaresca en la política española. Asimismo, el ínclito vecino de Galapagar ha apuntado a la CEOE y a Ana Patricia Botín como los auténticos responsables de que los morados no estén en el Gobierno, porque los grandes empresarios son partidarios de un pacto PSOE-C’s. Vemos que el señor del casoplón presume de que con ellos «los recortes no se harían por abajo sino por arriba», frente a la opresión del capitalismo depredador que explota a «la gente». Aquí está algo más pícaro el coletudo demagogo. Eso sí, para quien se quiera dejar engañar.

Sánchez ha forzado descaradamente la repetición de elecciones porque diversas encuestas, no todas, aumentan los escaños del PSOE. Y ese es el quid de la cuestión de todo este enredo. Si las encuestas dijesen lo contrario a buen seguro que el señor del buen colchón hubiese pactado con Turrión, aun contado de los separatistas su abstención (que estarían sin duda sediciosamente interesados con tal disposición). Y ni mucho menos el Doctor Frankenstein tendría problemas de insomnio sobre su magnífico y monclovítico colchón.

El plan Sánchez, más bien el plan Redondo, ya fue anunciado en el lema de campaña del partido de la dudosa honradez: «Haz que pase». Pero haz que pasé qué: Haz que pase la legislatura, porque tezanizantes augurios amplían la mayoría del partido de la progresía. Un gobierno PSOE-Podemos desde luego hubiese sido imprudente para los intereses de todos los españoles. Pero, ¿unas nuevas elecciones nos garantizarán un resultado con el que se pueda formar un gobierno estable y acaso mínimamente prudente que se encare frente a los separatistas? Y no hay que descartar que tal resultado sea aún más catastrófico para los intereses eutáxicos de la nación española.

También es muy probable que el resultado sea muy parecido y estemos más o menos en las mismas; y así, donde en esta surrealista legislatura se ha dicho «digo» en la siguiente se diga «Diego», y con todo el cinismo en los morros no que descartar que colorados y morados (escindidos en turrionistas y errejonistas) lleguen a un acuerdo de coalición (y habría que ver si con el apoyo de los separatistas en la investidura si los escaños que obtengan no llegan a la mayoría).

Sánchez, en su comparecencia ante la prensa el pasado 17 de septiembre, lo que fue su primer acto de campaña, si es que ésta no empezó ya el 28A, anunció que la primera condición que puso para la formación de un gobierno era no depender de los «partidos» separatistas. Pero eso no le importó cuando puso en marcha la moción de censura contra Mariano Rajoy. Y ello no supuso ningún suicidio electoral para el partido «centenario» del puño, la rosa, la cal viva y la hipercorrupción delictiva e ideológica, pues el 28 de abril obtuvo 50 escaños más con respecto a los anteriores comicios. Lo cual corrobora una vez más aquello que dijo Gustavo Bueno en septiembre de 2015: «En España tenemos el cerebro hecho polvo».

    Daniel López. Doctor en Filosofía.