puigdemont_opt.jpg

Resulta verdaderamente indignante para cualquier observador político, sea del partido que sea, esa actitud prepotente del Gobierno de la Generalidad Catalana, pretendiendo tratar en plano de igualdad con el Gobierno de la Nación Española, al que, para mayor INRI, llaman «Gobierno de Madrid».

No parece entrarles en la cabeza que el Gobierno de Cataluña es una entidad sometida al Gobierno Central, quien ha delegado en la Generalidad una serie de competencias que ellos han jurado ejercer con lealtad y respeto, tanto al Jefe del Estado, como al Gobierno de España y, por tanto, todo lo que sea salirse de ese marco es entrar en la ilegalidad y, si me apuran, lisa y llanamente en la desobediencia o, según los casos, incluso en la traición.

Por si ello fuera poco, el Presidente de la Generalidad es el representante político nato en Cataluña del Gobierno Central, como lo son en las otras dieciséis Comunidades Autónomas sus correspondientes Presidentes, lo que hace aún más grave su irregular comportamiento. Todo ello es así, sin perjuicio de que exista también en Cataluña y en todas la Comunidades una figura administrativa e independiente como es el Delegado del Gobierno de España, quien tiene por misión vigilar que se cumplan todos los requisitos exigibles a los Gobiernos periféricos y, además, con facultades que incluyen la suspensión de la Autonomía, si se efectuaran ilegalidades y se cometieran actos impropios de las funciones para las que los Parlamentos y Autoridades autonómicas han sido elegidos.

Como puede verse la ley es muy clara al respecto y ese sobrepaso de competencias está por completo fuera de las normas. Sin embargo el «President» y sus acólitos, haciendo gala de una completa impertinencia, continúan empeñados en tratar de igual a igual con el Gobierno de la Nación, amenazando con la desobediencia institucional, con la convocatoria de un referéndum ilegal y también con la secesión posterior a una declaración unilateral de independencia.

Verdaderamente el Gobierno de España está haciendo gala de una paciencia benedictina y de una moderación digna de mejor causa, porque las constantes provocaciones, los desprecios y las continuas impertinencias que recibe (a veces teñidas incluso de faltas de educación) de aquellos políticos indignos, son para colmar la comprensión y el aguante de quien tiene superioridad legítima sobre ellos.

Recientemente, la Sra. Sáenz de Santamaría ha ofrecido diálogo al Sr. Puigdemont, pero este diálogo debe de entenderse por catalanistas y nacionalistas y sus gobernantes dentro del respeto a la ley y la Ley de Leyes, o sea la Constitución Española, establece la unidad de España como premisa principal de toda negociación con las Autonomías y quiéranlo o no lo quieran, los catalanistas y sus agresivos dirigentes no pueden ser una excepción.

Así pues, desde DENAES, instamos a que se respeten los principios legales, pues la Democracia (palabra que no se les cae de la boca) se basa, antes que nada en la Nomocracia, es decir: el respeto al imperio de la ley, que es donde radica la verdadera esencia soberana de la Nación, junto con las normas que la aplican y desarrollan.

En otro caso, habría que acabar con la política de tolerancia y con la infinita paciencia de que el Gobierno de España ha hecho gala hasta el día de hoy, diciéndoles a estos irresponsables que se envuelven en la «cuatribarrada estelada» presumiendo de patriotas, que España no ataca a Cataluña, ni le roba, ni la menosprecia, sino todo lo contrario. Y, lógicamente, habría que actuar en consecuencia.

Y quede bien claro que esa continua apelación al patriotismo de los independentistas es falsa, torticera y mendaz y convendría aplicarle, como decimos, todo el peso de la ley y, además, decirles a esos falsos patriotas aquella célebre frase del Ilustrado inglés, el Dr. Samuel Johnson, quien dijo a personajes similares de la Inglaterra del siglo XVIII: «El patriotismo es el último refugio de los canallas».

Fundación para la Defensa de la Nación Española.