Es un lugar común, que se viene repitiendo cada vez más insistentemente a medida que se acercan las elecciones generales, aquel que dice que no está bien que los políticos hagan “electoralismo” con asuntos trascendentales para el mantenimiento del Estado. “Es jugar sucio”, afirman los puristas de la democracia.
Ahora bien, ¿qué significa el término “electoralismo”? Dice la Real Academia Española que es la “consideración de razones puramente electorales en la política de un partido”.
Les seguiríamos preguntando entonces a los señores académicos: ¿puramente electorales? ¿Y qué otras razones habrán de considerar los partidos de querer ganar unas elecciones que las que son “electorales”? O sea, las que hacen que el votante se decante para “elegir” entre un partido u otro…
Si prestamos atención, y sin querer enmendar la plana a la Academia, que en realidad se acoge a la definición que los propios usuarios del término, de modo acrítico, hacen de ella, significaría algo así como la manipulación ejercida sobre el electorado al convertir en materia discutible lo que por sí es indiscutible. Se supone, entonces, que hay materias cruciales en las que los distintos partidos, de manera responsable, aceptan no entrar debido al acuerdo que en torno a ellas se ha establecido previamente; eso sí, entre las bambalinas que los ocultan de la vista de los ciudadanos. Pero se da el caso, pensarán los amigos del fair play, de que este “pacto entre caballeros” es roto a última hora por el político marrullero que, con el fin de arañar el voto de incautos, finge la alarma ante dichos asuntos “sensibles”: las pensiones, las infraestructuras… la política antiterrorista.
Pues bien, ya se está especulando por la clase periodística, experta en detección de “electoralismo”, acerca del posible debate televisivo que tenga lugar entre Zapatero y Rajoy. Y cómo no, se preguntan los expertos si se hará “política” (saber del que demuestran tener un pésimo concepto) de la “lucha antiterrorista”, es decir, de nuevo, “electoralismo”.
Y lo queramos o no, en España, hoy, tras el gobierno Zapatero, es discutible si se ha de negociar con ETA. Es más, los políticos y sus acólitos periodistas que tacharan de “electoralista” la posición de quien argumentara en contra de dicha negociación, sería por no querer vergonzantemente argumentar en público a su favor. Sería poco “electoral”.
Por eso mismo se puede y se debe discutir sobre ello, porque Zapatero ha hecho “discutido y discutible” el concepto de Nación, y ha intentado negociar y ha negociado de hecho, a pesar de su fracaso, con la banda terrorista. Lo peor es que nos lo ha ocultado, aquel que clamaba “España no se merece un gobierno que miente” en ya sabemos qué circunstancias…
Fingir ahora, para no “alarmar” al ciudadano (que más bien diríamos despertarlo), que la proposición que reza “no se debe negociar con terroristas” es evidente por sí misma y todos los partidos la respetan, no es ningún servicio al ciudadano. Es más bien hurtarle la realidad, ahora sí suciamente, si se piensa que con España se puede traficar a espaldas de los españoles.
FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA