Ese será finalmente el legado de Patxi López al frente del socialismo vasco: un partido roto y bajo sospecha de simple oportunismo. La indignidad, en fin.
El líder del socialismo vasco, Patxi López, ha defendido la “transversalidad”. Este lenguaje geométrico sería cómico –pruébese a aplicarle el Teorema de Tales- si no fuera por lo que encubre: el socialismo se ofrece al nacionalismo vasco para formar gobierno conjunto, lo cual es tanto como respaldar el proyecto “soberanista” del PNV a cambio de cuotas de poder.
Para que a nadie le quepa la menor duda sobre sus ambiciones, López lo declara abiertamente: los socialistas apoyarán al PNV si el presidente de la comunidad es un socialista. ¿Y en nombre de qué? En nombre de la “transversalidad”, que en la práctica significa que López está dispuesto a cualquier cosa con tal de tocar poder. ¿A cualquier cosa? No: a cualquiera menos a pactar con el PP, esto es, con el segundo gran partido español.
De momento, a estas transversales del Teorema de López ya les ha salido una secante: la escisión protagonizada por Rosa Díez, Savater y otros conspicuos socialistas. Pase lo que pase con esta nueva fuerza, ese será finalmente el legado de Patxi López al frente del socialismo vasco: un partido roto y bajo sospecha de simple oportunismo. La indignidad, en fin.