Frente a España, frente a Europa y frente a la religión católica, se ha alzado violentamente en los últimos años el integrismo islámico.
España es una nación. Pero nuestra nación no se acaba en nuestro ombligo. Nuestra tradición cultural y nuestra actualidad social son indisociables de la religión católica; nuestro camino histórico y nuestro horizonte político son indisociables del contexto europeo. Frente a España, frente a Europa y frente a la religión católica, se ha alzado violentamente en los últimos años el integrismo islámico. Entre Europa y el mundo musulmán aparece un gozne, algo así como un elemento intermedio, que es Turquía, cuyo ingreso en la Unión Europea goza de fuertes valedores en nuestro continente y también en nuestro país. Por eso tiene importancia lo que ha dicho el Papa Benedicto XVI en su viaje a Turquía.
Vayamos por derecho: contra lo que ha informado buena parte de la prensa española, no es verdad que el Papa haya abogado por la entrada de Turquía en la Unión Europea. Eso lo ha difundido el Gobierno turco en una suerte de encerrona diplomática. Lo que el Papa ha pedido a los turcos es un “acercamiento e inserción en Europa sobre la base de principios y valores comunes”, que es algo que poco tiene que ver con el ingreso en la Unión. No hay, pues, aval vaticano a que Turquía sea, mañana, nuestro socio en Bruselas. Respecto a la prensa española, quizá debería revisar su manera de trabajar.