Hoy, día 9 de septiembre de 2019, los sindicatos de clase CCOO y UGT, en sus federaciones de Cataluña, han firmado un manifiesto conjunto. En la página web de UGT puede descargarse la versión en catalán; la versión en castellano se ofrece a través de su traducción por la plataforma Google.

            Comienza el manifiesto, no apelando a un fantasma que recorre Europa, como aquel famoso Manifiesto de 1848, sino reclamando a la Generalitat de Catalunya la solución de todos los problemas que nos amenazan hoy en día. Se reclama: la lucha contra la desigualdad social y la pobreza, la iniciativa legislativa para recuperar las políticas públicas en contra de los recortes de tiempos de la crisis; la solución a los problemas habitacionales y de acceso a la vivienda; la acogida de los inmigrantes; así como inversiones públicas en dependencia, educación y sanidad.

            Al gobierno central se le pide la derogación de la Ley mordaza y de la reforma laboral (del gobierno del PP, no así la del gobierno anterior); el derecho a huelga (como si no existiera ya); así como la mejora de las pensiones públicas que inciden en la “mejora del bienestar de las personas”.

            Continúa el manifiesto con una crítica a la polarización política, que no puede servir para eludir las responsabilidades políticas en una “democracia avanzada” (no estaría de más conocer cuál es el parámetro que nos permita decir si una democracia es más o menos avanzada). Se dice a continuación que las relaciones ente Cataluña y España (como si fueran dos elementos homologables y no una parte con respecto al todo al que pertenece) no pueden estar judicializadas, como si el Poder Judicial pudiera abstraerse de juzgar los delitos que conoce.

            Mejorar el autogobierno es el siguiente punto que abordan ambos sindicatos, sobreentendiendo que, desde una posición de clase (trabajadora) el federalismo o el mayor autogobierno supone una mejora para sus intereses (el movimiento obrero socialista siempre ha defendido el centralismo democrático, frente al federalismo anarquista). Se pide la liberación de los líderes políticos, desde una perspectiva unitaria pero plural, criticando la prisión preventiva, a la vez que se entiende que esa liberación coadyuvaría a la solución dialogada y democrática (sic) al conflicto político.

            En el siguiente párrafo se hace una defensa del derecho a decidir, añadiendo a continuación que este derecho debe extenderse a todas las cuestiones individuales y colectivas, que puedan mejorar la vida de los ciudadanos. Un derecho a decidir que, por lo visto, no es efectivo a día de hoy, por los diversos canales, uno de los cuales debería ser la acción sindical. Esa falta nos alejaría de una auténtica democracia avanzada.

            A continuación, se hace un brindis al sol para solucionar todos los problemas de la humanidad solidaria: la emergencia climática, la robotización, la precariedad laboral, el agotamiento de los combustibles fósiles y la violencia de género; las guerras comerciales entre potencias y la participación ciudadana.

            CCOO y UGT lucharán por una Cataluña más justa, igualitaria y solidaria, en la que el catalán sea la lengua vehicular (como demuestran con este manifiesto), en la que los delitos no sean juzgados, sino solucionados por una vía política que ya pide el principio del derecho a decidir y de la descentralización (federalización de España: todo lo que no pase por esta premisa no es válido); en la que los intereses de todas las clases sociales sean el mismo: la decisión vacía del derecho a decidir, el interés de Catalunya frente al derecho de toda la nación, depositaria de la soberanía.

            Sabemos que la coyuntura política no es favorable, desde hace ya décadas, para la implantación política de sindicatos de clase: la desaparición de la clase obrera y de su conciencia, producida por la desaparición de la gran fábrica, en la que los obreros se unirían y tomarían conciencia de su situación, la fragmentación espacio temporal del empleo y la disolución histórica del socialismo real hacen que los sindicatos se hayan ido transformando poco a poco en agencias de servicios, en oficinas de asesoramiento laboral y legal y en grupos de negociación colectiva, tan necesarios como impotentes. Lo que no podíamos esperar es que los sindicatos de clase se convirtiesen en sindicatos nacionales y nacionalistas que hiciesen el juego político a partidos políticos y a organizaciones que nada tienen que ver con las luchas tradicionales sindicales. Esta deriva, diríamos, idealista, alejada del carácter materialista del movimiento obrero, que ve en las luchas abstractas (por la democracia, por la igualdad, por el derecho a decidir) su razón de ser, nos lleva a considerar que los sindicatos, cuya labor es imprescindible, han dimitido de su carácter de clase trabajadora para abrazar todo tipo de proclama postmoderna e irrealizable.

            Si el Manifiesto original terminaba con una proclama utópica: proletarios del mundo: ¡uníos!, el manifiesto de nuestros sindicatos de clase termina con un distópico Visca Catalunya! Y decimos distópico ya que esta proclama conlleva la fragmentación política de la nación (por mucha apelación a la unidad de la diferencia)  y esta conlleva la fragmentación política y sindical de la clase obrera a la que dicen defender.

 

Raúl Boró Herrera