Los separatistas catalanes no sólo presumen abiertamente de querer eliminar la lengua española en Cataluña, sino que pese a embarcarse en una lista única para unas elecciones que denominan «plebiscitarias», no dudan en hacer planes sobre sus futuribles resultados en las elecciones generales de una Nación a la que ya no podrían pertenecer si sus fabulados planes triunfasen
Es bien sabido que la praxis más inmediata del separatismo catalán, sin perder del vista el horizonte de la independencia, es utilizar el constante chantaje a la Nación Española y sus gobiernos para lograr cada vez más prebendas. Sólo así se entienden determinadas actitudes que, si siguieran el principio de la coherencia, resultarían sumamente contradictorias. Recientemente hemos conocido unas declaraciones de la Consejera de Cultura de la Generalidad catalana, Irene Rigau, donde nos cuenta más de lo mismo: que presentarán un nuevo recurso ante el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña para enfrentarse a la denuncia que hace unos meses registraron más de 150 familias residentes en Cataluña para que sus hijos reciban una educación bilingüe. Precisamente, el TSJC falló no hace mucho sobre cinco casos similares (¡que se remontan al año 2006!) donde se obliga a reintroducir el español como «lengua vehicular» en los centros de enseñanza involucrados en las denuncias en el plazo máximo de un mes.
Las manifestaciones de Rigau ante estas sentencias que obligan a respetar lo que es ni más ni menos que la ley, son un ejemplo del cinismo separatista más paradigmático: ante las insinuaciones de los periodistas sobre si se atreverían a incumplir la ley como siempre han hecho, afirma la sediciosa consejera que «si hubiésemos tirado la toalla, ya hace mucho que tendríamos un modelo de bilingüísmo» en Cataluña.
Es decir, que Rigau, al igual que todos sus compañeros de viaje, reconoce abiertamente, como si no pasara absolutamente nada, lo que hace unos años el portavoz de la Generalidad, Francisco Homs, aceptó implícitamente: que llevan décadas incumpliendo la ley y lo seguirán haciendo con toda la contumacia posible. Irene Rigau no duda en redoblar su cinismo al afirmar que parece haber una cierta voluntad de desbancar el catalán en favor del español, afirmando que en Galicia la lengua española crece frente al gallego y que el postizo catalán que el separatismo pretende implantar en Baleares y Valencia desde hace años se está debilitando. Triste Rigau, que comprueba la dificultad de implantar una lengua de laboratorio en lugares donde todo el mundo entiende una lengua universal como el español…
Pero el proverbial cinismo separatista no se queda en esta anécdota que ya hace mucho que dejó de ser noticia. Ahora todos los focos se centran en las inminentes elecciones catalanas del próximo día 27, y según uno de los principales actores de la lista «Juntos por el Sí», Arturo Mas, esta fórmula de coalición es ideal para presentarse también a las futuribles elecciones generales de finales de año. ¿Presentarse a unas elecciones generales? ¿A qué elecciones generales se refiere el señor Mas? ¿Pero no habíamos quedado en que las elecciones del 27 S serían plebiscitarias y tras ellas se gestaría una declaración unilateral de independencia? O bien el sedicioso Arturo Mas, aún hoy presidente de la Generalidad catalana, ha cometido un lapsus linguae o es un cínico redomado que tras el proceso, pase lo que pase, seguirá como si nada hubiera sucedido. Obviamente, hemos de inclinarnos por la segunda opción…
Y es que afirmar que presentarse nuevamente bajo la fórmula de «Juntos por el Sí» a las elecciones generales españolas será «un segundo plebiscito» convierte el proceso separatista en lo que es: una ópera bufa donde una y otra vez el bufón Mas afirma que se va a independizar de España pero, como en el cuento del lobo, nadie se lo cree ya: hay demasiados intereses monetarios en juego, demasiada dependencia de Cataluña respecto a España, como parte de la Nación Española, como para pensar que el camino a la independencia sea real. Todo lo contrario: es una fórmula más del secular chantaje que el separatismo catalán ha planteado siempre a los sucesivos gobiernos de España para conseguir más prebendas y privilegios.
Pero Mas resopla: tras el reciente registro por parte de la Guardia Civil de la sede de CDC y de su fundación CatDem, la «Fundación Catalanista y Demócrata», a la búsqueda de indicios que relacionen a su formación con la famosa corrupción del «3 por ciento», no hay muchas esperanzas de que «Juntos por el Sí» logre la ansiada base electoral para aspirar a una mayoría absoluta, la que les dé fuerza suficiente para chantajear a un Gobierno de España en presumible minoría. Todo por culpa de cuatro años de huida hacia adelante, inútil ante un Partido Popular en mayoría absoluta, para lograr un cupo fiscal como el del País Vasco o Navarra que alivie unas arcas autonómicas que están en constante ruina pese a los constantes rescates que el Gobierno Central, ese que simboliza a la «España que les roba», les regala. Además, finalizada la coalición con Unión Democrática de Cataluña, pocas opciones le quedan a Mas cara al futuro. Si su figura política fue rescatada tras el pseudorreferéndum del 9 N, un nuevo fracaso, esta vez compartido, un nuevo fracaso en el 27 S le amortizaría total y absolutamente…
Desde la Fundación Denaes contemplamos con indignación cómo el separatismo catalán presume abierta y cínicamente de despreciar e incumplir las leyes españolas, y además de pretender seguir coexistiendo en la Nación Española sine die pese a no parar de amenazar con la ruptura, tanto de la unidad como especialmente de la identidad española dentro de Cataluña, con políticas tan flagrantes como la inmersión lingüística en catalán que desde hace años pretenden trasladar a sus fantasiosos «Países Catalanes». No estaría de más que el Gobierno de España, además de aplicar la famosa «Fábula de la Zorra» del Conde Lucanor, utilizara de mecanismos más contundentes y simples como son la aplicación de las leyes españolas que a todos nos obligan.
Fundación Denaes, para la Defensa de la Nación Española.