En cuanto a Quintana, al parecer no tiene empacho en navegar en un fastuoso yate que enarbola la bandera española, detalle que pasa por alto este impulsor de galescolas en las que se emplean métodos de lavado de cerebro tan eficaces como los que se han impuesto ya en Vascongadas.


Perez_Tourino_Quintana.jpgDía si, día también, la prensa no alineada con el poderoso, léase el Gobierno y sus naturales socios, es decir, todo aquel partido que demuestre un acusado carácter faccioso y antiespañol, nos ofrece datos de la opulencia con que se conduce la llamada clase política que de ordinario expolia a la Nación.

El gusto por la suntuosidad parece la tónica general de todo aquel que, una vez se introduce en la «vida política», se aferra a ella para no regresar jamás a la gris realidad de volver a ser un anónimo ciudadano que acude –acaso provisto de una tartera con comida para recalentar– a su puesto de trabajo diario.

Pero dentro de este colectivo, dos sujetos, según ha revelado el periódico ABC en las últimas semanas, se llevan la palma: nos referimos a los políticos «de izquierdas» Emilio Pérez Touriño y Anxo Quintana.

Del primero cabe decir que es todo un bon vivant, un hombre apegado al lujo de forma tan natural que, con absoluto descaro, “pasapalabra” cada vez que se le mencionan los enormes gastos que necesita para llevar a cabo su proyecto nacionalista, y por ende, antiespañol. El derroche debe parecerle tan normal a este neofeudalista, que la sola formulación de la pregunta, constituye para él una verdadera impertinencia.

En cuanto al segundo, al parecer no tiene empacho en navegar en un fastuoso yate que enarbola, ay, la bandera española, detalle que pasa por alto este impulsor de galescolas en las que se emplean métodos de lavado de cerebro tan eficaces como los que se han impuesto ya en Vascongadas.

Sibaritas y manirrotos –bien que con dinero ajeno– los dos autodenominados izquierdistas, no sólo se mantienen al margen de la gran crisis económica que aqueja a España, sino que, incluso, se sitúan en las antípodas de todos aquellos viejos izquierdistas que, tal como Gerald Brenan nos relató en su El laberinto español, vivían con frugalidad por motivos no sólo espiritualistas, sino también con el noble propósito de no acaparar más recursos de los estrictamente necesarios, con la mente puesta sin duda en los congéneres que vivieran con estrecheces.

En DENAES somos conscientes de que existen muchos españoles cuyo patriotismo, sin duda desde una visión que en absoluto compartimos, está ligado al mantenimiento de una economía solvente. Esperamos que estos compatriotas sepan ponderar el comportamiento de estos señoritos, y actúen en consecuencia el próximo domingo.

FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA