58.jpgCasi seis décadas después de su fundación a finales de los años 50, la banda terrorista Euskadi ta Askatasuna, ETA, ha anunciado, en un enclave del sur de Francia en el que durante un tiempo encontró su refugio, su definitiva disolución. El comunicado se vio arropado, en coherencia con su estrategia de búsqueda de «internacionalización el conflicto», por una serie de personalidades generosamente atraídas a la causa etarra. Es decir, al intento de mutilación de la Nación española, paso indispensable para la cristalización de la mítica Euskal Herria. Entre los invitados a la farsa, además de políticos vinculados a la causa etarra y peneuvista, acudieron, Gerry Adams, ex dirigente del Sinn Fein; Bertie Ahern, ex primer ministro irlandés; Cuauhtémoc Cárdenas; la parlamentaria podemita Pilar Zabala; el representante de UGT-Euskadi, Raúl Arza; los alcaldes de Hendaya y Bayona, y el abogado sudafricano Brian Currin. Desde la lejanía, una carta del ex secretario general de la ONU, Kofi Annan, dio las bendiciones a la escena.

El comunicado llega tras el caudal de sangre derramada en 2.472 atentados, que dejaron entre 829 y 858 víctimas mortales, pues hay más de 300 asesinatos sin esclarecer e innumerables heridos, los producidos por más de 2000 atentado. El terror etarra ha provocado, además, gracias al secuestro de toda una sociedad, el éxodo de cientos de miles de vascos, que hubieron de buscar su seguridad y la de sus familias en otros lugares de España.

Durante las últimas cuatro décadas, los gobiernos de distinto signo se han debatido entre la acción policial y una serie de negociaciones tras las cuales, los objetivos políticos perseguidos por la banda y los partidos ideológicamente afines –fundamentalmente el PNV- se han ido logrando gradualmente. Es un hecho que hoy, el proyecto nacionalista vasco fundado por el racista e integrista Sabino Arana, se ha cumplido en gran medida. Las antiguas provincias vascas, transformadas en comunidad autónoma, han experimentado un doble proceso que ha buscado erradicar todo aquello que tuviera que ver con España, para dar paso a instituciones y símbolos identificados con el proceso araniano. El intento de eliminación del español de la toponimia y las instituciones públicas es un claro ejemplo de la obsesión hispanófoba de los nacionalistas vascos, que tratan ahora de ampliar su espacio a Navarra, lugar donde pretenden implantar el euskera batua y dominar la enseñanza para moldear la conciencia, en un sentido indigenista, de los ciudadanos del mañana. Si las cuestiones educativas e idiomáticas son esenciales, el terror etarra ha servido para blindar los privilegios económicos de que gozan, en flagrante agravio comparativo con el resto de la nación, los territorios vasco y navarro.

Desde DENAES, reconociendo siempre el enorme daño causado por los terroristas a la sociedad española, siempre hemos insistido en que la existencia de la banda, en tiempos de violencia y en aquellos en los cuales las pistolas han permanecido en reposo, respondía al intento de realización de un proyecto estrictamente político. Las palabras del asesino etarra Josu Urritikoetxea, sorprendentemente ilocalizable durante más de una década, así lo confirman. En efecto, fue Josu Ternera quien dijo: “ETA surgió de este pueblo y ahora se disuelve en él”, dando cuenta de hasta qué punto, y sin negar los éxitos policiales, hoy, los etarras y sus compañeros de sedicioso viaje, consideran más fértil el tablero político que el de las armas, máxime viendo hasta qué punto sus cómplices catalanistas a punto han estado de consumar la fractura.

Es en ese plano, en el político, en el que queremos incidir a través de esta nota. Conocedores de que toda negociación con facciones independentistas ha terminado con una merma en la fortaleza de nuestra nación, apelamos al Gobierno y a aquellos partidos que se dicen nacionales, no sólo a no ceder a las pretensiones de acercamiento de unos presos falsamente presentados como políticos, sino a articular una estrategia profunda y continuada en el tiempo, que permita neutralizar el plan depredador sobre Navarra, cuya plena integración en el proyecto, le otorgaría a este una gran fortaleza. En definitiva, y fieles al nombre de nuestra Fundación, llamamos a todas las fuerzas políticas pero, sobre todo, a los ciudadanos españoles, a defender su condición, a defender España de aquellos que quieren disolverla en un mosaico de pequeñas e insignificantes naciones marcadas por el etnicismo y el odio a lo común.

Firmantes:

Adolfo Prego

Cristina Losada

Francisco Caja

Gustavo Bueno

Hermann Tertsch

Iván Vélez

Jaime Larrinaga

Ricardo Garrudo

Román Cendoya

Santiago Abascal

Serafín Fanjul