Por ello, y si de lo que se trata es de frenar el golpe institucional que representan el nacionalismo y sus estatutos de autonomía soberanistas, desde la Fundación DENAES entendemos que el PP de Antonio Basagoiti debe ciertamente apoyar a Patxi López en la sesión de investidura, pero (y esto también resulta central) en modo alguno a cambio de nada.
Los resultados de las recientes elecciones autonómicas en el País Vasco de acuerdo con los cuales el PNV habría ganado inequívocamente los comicios, sin asegurarse en cambio la mayoría absoluta parlamentaria frente a un eventual acuerdo entre el PP y el PSE, han dado ocasión a diferentes jerifaltes peneuvistas, sea en su versión «moderada» (Íñigo Urkullu) sea en su versión «radical» (Javier Arzallus) para aludir a un supuesto «golpe institucional» (así Urkullu) por parte de las formaciones nacionales de cara al «desalojo» antidemocrático del gobierno secesionista de Ibarreche tras unas «elecciones farsa» (Arzallus dixit).
Evidentemente la principal razón que llevaría a tales líderes nacionalistas fraccionarios a hablar de «elecciones farsa» no sería otra que la exclusión de los comicios del brazo político de la banda terrorista ETA en cualquiera de sus modulaciones (D3M, ANV, etc.), exclusión esta que, según razonan tales individuos, bastaría para «deslegitimar» directa y automáticamente los resultados de los comicios en el bien entendido de que, si por el contrario los proetarras hubiesen podido estar presentes en el Parlamento de Vitoria, Ibarreche tendría, naturalmente, asegurada su reelección en virtud de los votos de la ETA.
Ahora bien, referirse, como ha venido haciéndolo el señor Urkullu con la bravuconería que es propia de este tipo de sujetos, a un supuesto «golpe institucional» llevado a cabo de mano del PP y del PSOE resulta directamente impresentable no sólo por el prurito patrimonialista que tal «diagnóstico» estaría exhibiendo (como si fuese directamente impensable que el PNV fuese efectivamente «desalojado») sino también, y muy principalmente, porque muchos españoles sabemos que el concepto de «golpe institucional» se ajusta ciertamente muy bien con los planes y programas que diversas facciones secesionistas habrían procurado sacar adelante, desde las instituciones autonómicas, en distintas partes de España (País Vasco, Cataluña, Galicia, Andalucía, etc) a lo largo de las últimas dos legislaturas. Un «golpe» efectivamente, puesto que por mucho que tales programas hayan podido presentarse embozadas bajo diversas apariencias falaces («reformas estatutarias») estarían en realidad desbordando de plano, en sentido «soberanista», es decir separatista, los límites de la Constitución del 78 en cuanto que esta sanciona la soberanía de la Nación Española como «Patria común e indivisible de todos los españoles».
Este es el verdadero «golpe institucional» al que la nación española se estaría enfrentando desde el 14 de marzo de 2004. Y de hecho, desde DENAES no podemos en modo alguno olvidar que si estos planes y programas directamente golpistas han podido abrirse camino, ello, ha sido debido principalmente a la complicidad del Partido Socialista Obrero Español envuelto en la ideología confederalista de la «España plural» pero también, y decisivamente, en estrategias trapaceras y repugnantes por su sectarismo como la representada por el Pacto del Tinell. En este sentido, desde luego, del Partido Socialista de Euskadi de López (frente al de Nicolás Redondo por ejemplo) se podrá decir cualquier cosa salvo que es de fiar.
Por ello, y si de lo que se trata es de frenar el «golpe», desde la Fundación DENAES entendemos que el PP de Antonio Basagoiti debe ciertamente apoyar a Patxi López en la sesión de investidura, pero (y esto también resulta central) en modo alguno a cambio de nada.
FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA