¿Cómo es posible discutir sobre la soberanía española con aquellos que la niegan?


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Hay claros indicios de que el PSOE de ZP viene negociando con ETA, sobre cuestiones políticas, desde antes de firmar el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo y hasta después del atentado de la T4. Para confirmarlo sería suficiente con escuchar lo declarado recientemente por Zapatero al director de El Mundo, a pesar de las torticeras reinterpretaciones posteriores. Pero, además, existe una prueba indirecta de que ha habido negociación política con ETA: su duración.

El PSOE suele justificar su conducta recordando que tanto la UCD, el PSOE y hasta el mismo PP mantuvieron “negociaciones” con ETA. Pero tal aserto es completamente engañoso. El gobierno de José María Aznar es muy distinto de los anteriores y, sobre todo, del posterior. Aznar tan sólo buscó sondear a la banda terrorista, no negociar con ella, tal como se demuestra por el hecho de que los contactos se iniciaron después de que ETA declarase una tregua y, sobre todo, porque las conversaciones oficiales se redujeron a un encuentro de dos horas y treinta y cinco minutos. Cuando se confirmó que la banda no pensaba rectificar sus pretensiones sobre la soberanía española se acabó el asunto ¿Qué más había que hablar? Lo contrario hubiera supuesto ceder a su chantaje. Otra cuestión es que José María Aznar, impelido por la perniciosa dinámica de la Constitución de 1978, y por una ley electoral que favorece que España sea gobernada en cuestiones clave por partidos secesionistas que apenas llegan al millón de votos, cediese al chantaje institucionalizado por una peculiar democracia en diversos asuntos competenciales. No debemos olvidar que el origen de tales cesiones, mejor o peor disimuladas, al nacionalismo antiespañol se retrotrae a la época de la Transición en la que se forjó la misma Constitución, cuando cada nuevo atentado de ETA suponía un claro recorte del poder central del Estado (que algunos confunden maliciosamente con los intereses de Madrid).

De todos modos el “proceso” inaugurado por ZP es muy peculiar, y de una duración que sobrepasa con creces los anteriores contactos. Dicho proceso es apoyado por una caterva innumerable de periodistas y dirigentes políticos (algunos de ellos víctimas directas de ETA, como Gorka Landáburu o Eduardo Madina) que piden nuevos pactos de estado entre el PSOE y el PP, pero sin excluir a los nacionalistas (sólo les falta añadir en la “unidad de los demócratas” a la misma ETA). Pero ¿cómo es posible discutir sobre la soberanía española con aquellos que la niegan? Negando lo evidente (algunos se empeñan en recalcar que “España no se rompe”) o asumiendo los postulados del enemigo, renegando de dicha soberanía, aunque para ello se recurra al camelo de una nacionalidad europea, incluso global.

Lo peor de todo es que una mayoría de españoles, tal como ha quedado demostrado en las últimas elecciones, no parece preocuparse por lo que significa ser español, incluso en términos economicistas.

FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA