La Constitución vigente la reconoce española. Y ha de seguir siéndolo por más que ahora se empeñen en lo contrario ciertos orates que juegan a geopolíticos de salón.
La Fundación para la Defensa de la Nación Española se presenta hoy en Ceuta. En estos tiempos absurdos en los que es necesario recordar todos los días lo obvio, recordemos la obviedad: Ceuta es española; muy española. Lo es por historia y porque así lo desea ella misma.
Ceuta, dicen, se llama así por el nombre que los romanos la dieron: Septa, por los siete montes que la circundan. Desde su misma etimología, la historia de Ceuta viene cargada con todo el sabor del viejo Mediterráneo: fenicia, griega, cartaginesa, romana, goda, bizantina, bereber, portuguesa, española al fin. El destino español de Ceuta estaba sellado desde finales del siglo XIII. Tras numerosas vicisitudes históricas, terminó siendo portuguesa. Cuando Portugal se incorporó a España, en 1580, Ceuta lo hizo también. Pero cuando Portugal se separó, en 1640, Ceuta decidió seguir siendo española. Por eso es Noble y Leal y, a partir de 1656, también Fidelísima. La Constitución vigente la reconoce española. Y ha de seguir siéndolo por más que ahora se empeñen en lo contrario ciertos orates que juegan a geopolíticos de salón.