No tiene el más mínimo sentido político que una «plancha electoral» que no es, desde luego, «española», y que además se orienta en una dirección expresamente antiespañola por sus planes y programas pueda, pese a ello, presentarse a unas elecciones que, aunque «europeas», se celebran en las circunscripciones propias de la Nación que ellos se afanan en despedazar.


rovira.jpgJosé Luis Pérez Carod Rovira, aquel estadista de la «nación» fraccionaria catalana al que nuestros lectores seguramente recordarán por sus pasados «encuentros en la tercera fase» celebrados en Perpignan (a resultas de los cuales, como se sabe, la banda terrorista ETA declaró una tregua «catalana» como muestra de solidaridad con la causa de don José Luis), ha afirmado recientemente en San Sebastián que las listas de ERC, EA, Aralar y otros grupos secesionistas periféricos a las elecciones españolas no son precisamente «anti-españolas», aunque tampoco, como es natural, «españolas»: «Lo que sí es seguro –ha añadido semejante felón– es que esta no es una candidatura española. Es una candidatura vasca, catalana y gallega y que pueden votar todos aquellos españoles no ya de izquierdas, sino los demócratas y liberales que están a favor de la diversidad también a la hora de votar».

Pues muy bien. Ante declaraciones de este calibre (por boca además de un sujeto que sólo puede calificarse de traidor puesto que ejerce, en su condición de vicepresidente de la Generalidad, de representante ordinario de España en Cataluña), desde la Fundación DENAES no tenemos nada que añadir, salvo lo siguiente: «blanco y en botella».

Y es que efectivamente por nuestra parte tenemos que coincidir plenamente con el diagnóstico de José Luis Pérez por cuanto las listas apadrinadas por el señor Rovira aparecen, es cierto, compuestas por una pluralidad de partidos políticos que, sin perjuicio de la nacionalidad española de sus integrantes, no sólo no figuran en las elecciones del 7 de junio como «partes» ordinarias de la Nación española (es decir como «partidos» ordinarios de nuestra democracia) sino que, sin perjuicio de operar desde las propias instituciones de tal Nación, buscarían en realidad activamente su destrucción para generar otras naciones incompatibles con ella.

Mas entonces, si esta es la situación, no sólo se seguiría que unas tales fuerzas políticas (no diremos partidos pues no lo son por lo menos en su sentido directo respecto a la Nación política) aparecen, sí, como «no españolas» (dado que ellas mismas no se tienen por tales), pero también como «anti-españolas» por el sentido efectivo de su programa. Y en este punto, añadiremos, no tendrá la menor importancia objetiva que Carod Rovira no las considere así, por ejemplo por razón de no albergar «sentimientos anti-españoles», etc.

Y desde este punto de vista, nos parece que una consecuencia enteramente obvia de esta «declaración de intenciones» por parte de los integrantes de la lista de referencia es la siguiente: que no tiene el más mínimo sentido político que una «plancha electoral» que no es, desde luego, «española» (sin perjuicio de que sus candidatos lo sean), y que además se orienta en una dirección expresamente antiespañola por sus planes y programas pueda, pese a ello, presentarse a unas elecciones que, aunque «europeas», se celebran en las circunscripciones propias de la Nación que ellos se afanan en despedazar.

FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA