Lejos de ser una parte de la sociedad política española, los partidos nacionalistas se definen por su voluntad de dejar de ser parte de España (ver En defensa de España). Por ello, un verdadero pacto de Estado no puede hacerse con partidos secesionistas, sino entre los dos grandes partidos nacionales.

La posibilidad de un pacto de Estado para salir de la crisis se entiende de muchas maneras. Hay quien habla de un «gobierno de concentración» con idea de propugnar medidas técnicas (probablemente impopulares) para salir de la crisis. Desde este punto de vista las propuestas que últimamente han tenido más eco, y a la que el actual ejecutivo ha prestado más atención, han sido las de CiU y su Majestad Don Juan Carlos de la semana pasada. Esto es especialmente significativo por cuanto los contactos del PP con CiU se están haciendo cada vez más estrechos con vistas a un posible cambio de gobierno.
Desde DENAES apoyamos la idea de un pacto de Estado pero, como hemos venido señalando estos días, no cualquier pacto de Estado. En particular, DENAES ha venido apoyando un pacto de Estado entre los dos grandes partidos nacionales, precisamente como medio de limitar el excesivo poder que tienen hoy en España los partidos secesionistas. Estos grupos van, por la propia naturaleza de sus proyectos anti-españoles (sólo el pánfilo puede fingir que la llamada solución federalista no exige la previa disolución de España como tal), contra la idea misma de partido político. Lejos de ser una parte de la sociedad política española, se definen por su voluntad de dejar de ser parte de España (ver En defensa de España). Por ello, un verdadero pacto de Estado no puede hacerse con partidos secesionistas, sino entre los dos grandes partidos nacionales (y, en el mejor de los casos, otras fuerzas políticas de alcance nacional, en especial UPyD).
Se dirá que la urgencia de la situación económica exige pactar con todos los partidos legales en España. No. No se puede desligar la actual dimensión de la crisis económica del problema político del secesionismo. Por tanto, pactar con los secesionistas no ayudará a salir de la crisis económica.
Sirvan como ejemplo las cajas de ahorros, de gran protagonismo en la crisis económica española. Estas entidades son hoy las propietarias de mucho del patrimonio inmobiliario cuyo precio se mantiene aún en cifras previas al estallido de la burbuja de ese sector. Muchos de los propietarios que no pudieron pagar sus hipotecas vieron como sus viviendas pasaban a manos de bancos y cajas. Además, las cajas han invertido en el sector de la construcción, contribuyendo a su inflación para la satisfacción de grupos locales, muchas veces vinculados al control político de las cajas. Ante esta situación, el Banco de España impuso la semana pasada una sustancial rebaja del valor de los activos inmobiliarios de bancos y cajas. Muchas cajas son demasiado débiles para soportar tal rebaja y para poder hacerlo tendrían que afrontar fusiones inter-comunitarias, cosa que evitan precisamente para satisfacer el caciquismo de los partidos políticos de sus comunidades (véase la reciente fusión de caixas, en Cataluña). El problema no es tanto la ‘politización’ de las cajas como su politización autonomista y partidista.
Dado que el precio de la vivienda en España debe bajar como medio de reactivar la economía y de que la población depauperada pueda acceder a una vivienda, y dado que la política autonómica ha atravesado el funcionamiento de las cajas de ahorros hasta hacerlas parásitas del sector de la construcción (con honrosas excepciones), está claro que ningún pacto de Estado que tienda a aumentar el peso de las comunidades autónomas servirá para alejar a España de la crisis. Un pacto de Estado entre partidos nacionales, y no con los secesionistas, es la única vía para la recuperación.
FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA