ede-3.gifHacía tiempo que no encontraba un libro cuyo título refleje tan fielmente el contenido. En efecto, con “En defensa de España”, Santi Abascal y Gustavo Bueno se proponen, precisamente, dar “razones para el patriotismo español”. Razones que si bien podemos encontrar estructuradas en tres apartados (“Sobre la existencia de España”, “Sobre la esencia de España”, “Sobre la defensa de España”), podemos apreciar que brotan con fuerza de un corazón apasionado, lo cual explica que en ocasiones se acumulen datos, razones, citas históricas y doctrinales de manera un tanto deshilvanada.

Probablemente esto se deba a que el autor principal del libro es Santi Abascal, político que a la “temeridad” de militar en el PP del País Vasco (con todo lo que esto implica de peligro para la propia vida, como por desgracia atestiguan tantos militantes vilmente asesinados) une el “sinsentido” de trabajar en el plano cultural desde la sociedad civil, apartándose de la habitual competición por el puesto y las prebendas oficiales. No es de extrañar, por tanto, que alguien que arriesga tanto su vida como su carrera política por España lleve a ésta en su corazón, y que quiera compartir con sus compatriotas las razones que explican ese amor a la Patria común.

Comienza dando fe de la existencia de España, no sólo como Estado reconocido en la escena internacional sino como nación histórica y política. Existencia de España que sólo desde el sectarismo puede negarse o desconocerse. Una aproximación objetiva a la historia demuestra que España como nación histórica existe desde hace siglos, y que muchos de los acontecimientos en los que los nacionalismos periféricos se basan para defender la ruptura nacional o bien son mitos o bien responden a causas diferentes de las que nos quieren hacer creer. Así sucede, por ejemplo, en el caso de Cataluña y la caída de Barcelona en 1714, durante la guerra de Sucesión: a pesar de ser el origen de la Diada (“fiesta nacional de Cataluña” según el Estatuto de Autonomía) y celebrarse como la conquista de Cataluña por parte de España, en realidad no es más que episodio de una guerra entre españoles para dirimir quién debía heredar el trono de España, si el archiduque Carlos de Habsburgo o Felipe de Borbón.

Una vez sentada la existencia de España, indagan cuál es su esencia. Coincidiendo con mucho de lo afirmado en el libro (España es católica, España es europea, España pertenece a la Comunidad Hispánica), a mi modo de ver es la parte más débil del libro, quizá debido a la metafísica que subyace a la misma.

De acuerdo con la filosofía clásica, la esencia de una cosa (aquello que la hace ser como es) es lo que le permite existir. Es decir, para poder existir algo debe, previamente ser. Y, si deja de ser lo que es, no puede seguir existiendo, porque sería algo distinto. En cambio, en algún momento parece que para los autores del libro España puede cambiar su esencia y seguir existiendo como España, en aplicación de una metafísica que prima la existencia por encima de la esencia.

Es más, a mi modo de ver dar prioridad a la esencia de España (por tanto, también a la de sus partes) es una de las mejores armas para combatir el nacionalismo disgregador. Y es que el nacionalismo, en la medida en que necesita construir una identidad nacional desde el poder (por eso siempre es intervencionista), debe privilegiar aquel factor identitario que permita presentar su región como nación diferente de España, pero al precio de olvidar el resto de factores culturales que conforman la identidad de esa región. Por volver con el ejemplo catalán: si lo que define a la nación catalana es la lengua, la acción política debe privilegiar todo lo relativo a la lengua, con el resultado de acabar subvencionando cualquier manifestación cultural en lengua catalana, aunque el contenido de la misma sea completamente ajeno a la tradición catalana.

Esta metafísica lleva a los autores a sostener, por ejemplo, que “amenazar a la esencia de España no tiene por qué suponer amenazar su existencia”. Ahora bien, imaginemos que por algún fenómeno dejara de haber españoles, subsistiendo todo el patrimonio histórico-artístico de España, y la península ibérica pasara a ser habitada por treinta millones de chinos. ¿Podríamos seguir hablando de la existencia de España? En mi opinión, esta pregunta sólo puede responderse de forma negativa.

La última parte del libro, en mi opinión, es la más lograda. En ella se trata de la defensa de España, para lo cual en primer lugar se señalan las amenazas a ésta. Es particularmente interesante el tratamiento que hacen los autores de las amenazas presentes contra la nación española, tanto las explícitas, como los nacionalismos separatistas (valga el pleonasmo) como las amenazas internas tácitas (el buenismo, el panfilismo, el ingenuo autoengaño que despreciando las amenazas a España incapacita para la defensa de la patria). Asimismo, abordan la amenaza yihadista, que si bien en este momento no causa demasiado peligro, está latente en la reivindicación de grupos radicales que pretenden islamizar España (considerar la islamización, por cierto, implica en el fondo considerar que un atentado grave a la esencia de España puede afectar a su existencia; contrariamente a lo sostenido en sede teórica, el buen sentir de los autores les lleva a considerar que un hipotético triunfo de las tesis islamistas sería letal para España, pues ese nuevo Al Andalus sería algo completamente diferente a ésta).

Y para hacer frente a las amenazas, un renovado patriotismo, que no es el hueco patriotismo constitucional. Conocer nuestra historia, justificar racionalmente el amor a España, y trabajar activamente en su defensa. Dando la batalla cultural, aportando razones.

Pablo Nuevo