El éxito de la protesta convocada por el Circulo Balear marcará una antes y un después en la política lingüística de la isla.

Asistí en representación de la Fundación para la Defensa de la Nación Española, a la manifestación convocada en Palma de Mallorca por el Circulo Balear, que preside Jorge Campos. La libertad lingüística y el derecho a escolarizar a los niños en español, ambos arrasados en las Islas Baleares por demasiadas generaciones de políticos acomplejados y fanáticos, eran el caballo de batalla de tan justa marcha cívica por las calles de la capital insular.

El éxito de la cita fue rotundo por muchos matices que pongan algunos medios de comunicación que son simples altavoces propagandísticos del catalanismo impositor e impostor en el archipiélago mediterráneo, en razón de su obligatoriedad y de la sustitución forzosa de las variedades lingüísticas vernáculas de las distintas islas.

Varios miles de personas protestaron como nunca antes se había hecho en Baleares, donde la escasa población y la insularidad hacían prever una manifestación minoritaria. Pero la marcha fue masiva, lo que quedó patente en el alborozo de los organizadores.

La «revuelta ciudadana» de Palma cerró el capítulo de manifestaciones y concentraciones que ya han sido convocadas en los últimos meses en otros lugares de España con idénticos lemas: País Vasco, Cataluña y Galicia. (En Valencia la respuesta ciudadana es aun escasa y falta de organización). En cualquier caso, el problema abordado no es meramente territorial, no se puede reducir a las áreas donde la lengua nacional y oficial coexiste con lenguas regionales, sino que es un gravísimo problema nacional que lleva demasiado tiempo cercenando la igualdad de los españoles ante la ley.

Esto que algunos no logran ver lo comprende incluso un niño de 11 años, como Olav, que al término de la manifestación dijo con serenidad y sin papeles una frase lapidaria ante miles de personas. «En lo que mi respecta la Constitución no existe»

Pues eso, que alguien tome nota. En Baleares, el único que de verdad ha tomado nota ha sido Carlos Delgado, alcalde popular de Calviá, y única opción de futuro del PP Balear, que defendiendo las tesis de los manifestantes fue derrotado en el último Congreso del PP Balear por un aparato implacable que se negó a asumir sus tesis de libertad lingüística, (las del PP nacional, por cierto), apostando por un falso bilingüismo impuesto sin piedad desde hace muchos años en Baleares. Que reflexionen por favor, o serán demasiados los votantes que defraudados, desafectos, y contra natura, opten por opciones políticas nuevas que pretendan que la Constitución impere en el último rincón de España. Carlos Delgado lo quiere.