Hoy la normalidad es noticia. Los miembros de la mesa del Parlamento Vasco serán recibidos por el Rey de España en un acto de normalidad democrática y nacional
Santiago Abascal
Sorprende que sorprenda lo que habría de ser normal. Pero tantos años tratando de cortar amarras con España, «anormalizando» a la sociedad vasca, arrebatándola parte de su identidad, la común, la española, han afectado a nuestra capacidad cognitiva. Hoy es noticia, y además noticia destacada, la recepción del Jefe del Estado a los miembros de la Mesa del Parlamento Vasco.
Tal cosa no sería un hecho noticioso destacable en condiciones normales. Como mucho daría lugar a un breve perdido entre páginas o a una pequeña foto sin trascendencia. Sin embargo, en el País Vasco, tal visita ocupa desde ayer las portadas de los periódicos.
Y se entiende, porque lo que ha acontecido en nuestra tierra vasca en los últimos 30 años ha sido excepcional. Hasta tal punto que lo excepcional constituyó la normalidad durante esas ominosas décadas nacionalistas.
Ahora hemos sabido lo que era un secreto a voces. Que los policías autonómicos recibían instrucciones para no perseguir a los delincuentes etarras. Ahora andamos intentando garantizar algo tan «lujoso» como poder matricular a los hijos en la lengua oficial del Estado, lengua nacional de España y lengua materna mayoritaria de los vascos. Ahora andamos dándole vueltas al cambio del himno y del escudo de la comunidad, símbolos en los que el nacionalismo gobernante había infiltrado su retórica separatista. En fin, que andamos haciendo lo más difícil; que lo normal sea lo normal, y que la desviación política sea lo excepcional.
Falta mucho trabajo por hacer aun en el País Vasco. Treinta años de ruina democrática y nacional no se arreglan con una restauración de cuatro años. Ni siquiera, valga el ejemplo, con constructores locales, es decir, con políticas autonómicas. Harán faltan muchos años para arreglar el estropicio, y sobre todo, será imprescindible el concurso de los líderes nacionales con políticas desde el Congreso de los Diputados para reparar el desaguisado secesionista.
Mientras tanto, bienvenida sea la iniciativa de Arancha Quiroga de ir a ver al Rey de España, al Rey de los vascos.