Hablamos con Santiago Abascal, ex-parlamentario vasco del PP y Presidente de la Fundación DENAES (Fundación para la Defensa de la Nación Española)


De izquierda a derecha, Juan Carlos Girauta, Santiago Abascal, Pepe Albert de Paco y Ferran Caballero. FACTUAL

De izquierda a derecha, Juan Carlos Girauta, Santiago Abascal, Pepe Albert de Paco y Ferran Caballero. FACTUAL

Hablamos con Santiago Abascal, ex-parlamentario vasco del PP y Presidente de la Fundación DENAES (Fundación para la Defensa de la Nación Española)

Juan Carlos Girauta.- Usted formó parte del grupo parlamentario del Partido Popular en el Parlamento Vasco y dejó de estar en las listas electorales después de la crisis con María San Gil. ¿Cuál es su opinión respecto a la estrategia que ha seguido el Partido Popular en el País Vasco? ¿Considera que hay algún aspecto mejorable en el pacto PSE-PP?

Santiago Abascal.- Creo que ese pacto era absolutamente indispensable y que no había alternativa. Se trata de un buen pacto para España y para lo que el PP y el PSE representan en el País Vasco. En ese sentido, es un éxito por el cambio histórico que supone y por las expectativas y las esperanzas que abre. Ahora bien, el pacto puede quedar en agua de borrajas si no va acompañado de las grandes reformas que urge realizar tanto el País Vasco como en el resto de España.

Pepe Albert de Paco.- Usted se inició en política a una edad muy temprana, cuando apenas contaba la mayoría de edad. ¿Cómo sobrellevó el joven Abascal la angustia de vivir amenazado de muerte en un periodo en que lo común es inclinarse hacia lo lúdico?

Santiago Abascal.- Con convicciones muy fuertes y con ideas por las que uno considera que merece la pena comprometerse. Y sobre todo porque, inicialmente, a mí esa persecución no me llega por una vía directa, sino a través de mi padre, es decir, no por lo que yo hacía sino por lo que mi padre hacía. La admiración por la figura de mi padre ha hecho que yo tome un camino similar. Eso para mí ha resultado sencillo; en ningún momento ha supuesto tomar decisiones de carácter traumático ni lo he visto como algo dramático. Lo he asumido de manera estoica desde el principio porque entendía que era lo que había que hacer.

Ferran Caballero.- En Cataluña, sobre todo en los tiempos de Josep Piqué, solía decirse que en el PP coexistían dos almas. ¿Cree que esta bifurcación también se ha plasmado en el PP del País vasco y que usted, de algún modo, es víctima de esa circunstancia?

Santiago Abascal.- No creo que en el País Vasco haya una bifurcación o división tan clara como la que ha habido en Cataluña. De todos modos, tengo la impresión de que, en Cataluña, esa división siempre ha sido más ficticia que otra cosa, que la división se ha producido más en los cuadros que en la militancia. Lo que ocurre, por desgracia, es que, durante demasiado años, en el Partido Popular de Cataluña ha habido buenos vasallos pero no buenos señores.

Juan Carlos Girauta.- Recientemente, en el transcurso de un almuerzo privado, le oí decir a un importante político catalán que todos los políticos del PP en el País Vasco eran fanáticos por definición. Ante mi reproche, el político del que le habló esgrimió que, dado que uno arriesga su vida si se posiciona como militante del PP, y dado que no tiene ningún sentido jugarse la vida en democracia, no quedaba otra que endosarles la etiqueta de fanáticos. Al hilo de esta apreciación, ¿usted se considera un fanático? ¿Tiene sentido jugarse la vida en democracia?

Santiago Abascal.- Por supuesto que tiene sentido jugarse la vida; tiene sentido en democracia, en dictadura y en cualquier circunstancia. No es obligatorio, claro está, no a todo el mundo se le puede exigir un compromiso de esa naturaleza, pero yo entiendo que el político que dice que no está dispuesto a jugarse la vida, en realidad no está dispuesto a servir, y la política se fundamenta en el servicio, en estar dispuesto a entregar muchas cosas. De todos modos, me parece desolador que un político con el que comparto carnet…

Juan Carlos Girauta.- No era un político del PP, sino de CiU.

Santiago Abascal.- Sea como sea, entiendo que ese político de CiU no está dispuesto a jugarse la vida por sus ideas.

Juan Carlos Girauta.- Obviamente.

Santiago Abascal.- Eso ya dice mucho del personaje.

Pepe Albert de Paco.- ¿Es Madrid algo así como la casa común de los díscolos? No sólo me refiero a los díscolos del Partido Popular, sino también a personajes como, por ejemplo, Albert Boadella… A personajes, en fin, que han sido “acogidos” por Esperanza Aguirre después de verse involucrados en conflictos en que lo que estaba en juego era el concepto de nación.

Santiago Abascal.- Madrid es un gran ámbito de libertad y una gran ciudad. Madrid es un lugar en el que muchas personas podemos hacer lo que no podemos hacer con normalidad en Cataluña o en el País Vasco. En ese sentido, no creo que lo que expone tenga tanto que ver con una acogida masiva de díscolos o disidentes, sino con la ciudad misma.

Pepe Albert de Paco.- ¿Hay en Madrid más libertad que en cualquier otro lugar de España?

Santiago Abascal.- No tengo ninguna duda. En Madrid hay más libertad que en sitios como Cataluña, País Vasco, Valencia, Baleares o Galicia. Y aquí no sólo intervienen razones lingüísticas, sino también las posiciones intervencionistas cuasi totalitaristas de los partidos nacionalistas.

Ferran Caballero.- ¿Da por concluido su trabajo en el País Vasco?

Santiago Abascal.- En estos momentos me encuentro en Madrid desarrollando un trabajo muy concreto, pero de ningún modo considero que haya abandonado el País Vasco. Ni he tirado la toalla en ningún sentido ni he renunciado a nada.

Juan Carlos Girauta.- El dato de que la preocupación de los españoles por el terrorismo ha pasado al quinto puesto ha coincidido con que se vuelva a hablar del fin de ETA. ¿Ve usted posible el fin de ETA? Si es así, ¿de qué forma cree que llegará ese fin?

Santiago Abascal.- La preocupación ha pasado al quinto lugar, sí, pero podría volver al primero si las cosas se hacen mal. Creo que el fin de ETA es posible, pero sólo con una política de contundencia. Con una organización de carácter criminal no valen los atajos ni el diálogo ni la negociación ni actuaciones fuera de lo que el Estado de derecho nos permite y nos exige. Por lo tanto, y al margen de cualquier tipo de contacto o toma de temperatura, lo que hay que hacer con ETA es lo que ya se hizo, sobre todo con el punto de inflexión que supuso la puesta en marcha de la Ley de Partidos. Contra unos criminales que consiguieron infiltrarse en el sistema de partidos, la presión debe extenderse a todos los frentes.

Pepe Albert de Paco.- Facha, le llaman.

Santiago Abascal.- Yo soy español, y hay personas que confunden las cosas. Me siento razonablemente orgulloso de ser español, aunque en ocasiones tenga motivos para sentir vergüenza.

Ferran Caballero.- En Cataluña se habla de la relación con España como de conllevancia. ¿Cree que el pacto PSE-PP puede ser un punto de inflexión para solucionar el encaje del País Vasco en España?

Santiago Abascal.- El pacto PSE-PP es un ensayo de lo que necesariamente ha de hacerse en España. Creo que, en estos momentos, atravesamos una serie de crisis muy graves: de carácter institucional, nacional… Y también una bajada del tono moral de las élites políticas y, por qué no decirlo, de la sociedad en general. No hay más que ver los contenidos de algunas televisiones. A mi modo de ver, no saldremos de la crisis económica ni de ninguna de las otras crisis si no somos capaces de ponernos colectivamente de acuerdo. Se habla de gobierno de coalición nacional, de pactos puntuales… Yo no sé qué fórmula debemos emplear exactamente, pero tarde o temprano, tenemos que dar ese ejemplo, que es de lo poco que no hemos sabido ensayar en democracia en España. En ese sentido, el pacto del País Vasco me parece un buen ensayo.

Juan Carlos Girauta.- María San Gil, de quien usted es buen amigo, era, a mi juicio, uno de los principales sino el principal activo moral del Partido Popular. ¿Cómo se pudieron hacer tan mal las cosas para que ella perdiera su confianza en el líder del partido? ¿Quién se equivocó tanto y cómo puede ser que se equivocara tanto?

Santiago Abascal.- Yo creo que se equivocaron tanto quienes, al perder las elecciones, perdieron también toda esperanza y pensaron que había que ensayar algo completamente distinto. Fue entonces cuando, de manera abrumadora y, como si fuera un torrente, empezaron a hablar del pacto con los nacionalistas por todas las esquinas. Eso es lo que algunas personas, entre ellas María San Gil, no entendieron, y lo que dio lugar a un desencuentro político. Por eso insisto en que es importante que lo que se ha ensayado en el País Vasco se extienda al conjunto de España y se renuncie a los pactos con aquellas fuerzas u organizaciones que están de espaldas al proyecto común de España. Antes me preguntaban por lo de conllevancia: bien, yo creo que ese debate está en las élites políticas, mediáticas, culturales… Pero no creo que esté en la calle. En general, en cualquier sitio de España, la gente vive con muchas menos complicaciones de carácter político-emocional que la que tienen algunos dirigentes.