Las lenguas nacieron para entendernos, comunicarnos y acercarnos. Sin embargo, hay quien se empeña en su utilización como medio para dividirnos, separarnos y enfrentarnos. La construcción artificial de supuestas naciones, precisa de elementos identitarios propios que les hagan diferentes a su vecino y compatriota. La lengua es uno de estos elementos que se usa y manosea a tal fin. Construir una identidad cultural e histórica propias que avalen una supuesta nacionalidad distinta a la común.

Partidos soberanistas separatistas con gran peso en gobiernos regionales y en el gobierno central se esfuerzan en alimentar esas corrientes identitarias y disgregadoras de la patria común, no escatimando en manipulaciones históricas, adoctrinamiento de niños desde su más tierna infancia, políticas de inmersión lingüística contrarias a la Constitución, imposiciones, coacciones y sanciones para marginar al que utilice la lengua española, etc.AragonésY no ayuda que líderes políticos como el popular Feijóo compartan públicamente las tesis soberanistas, afirmando, por ejemplo, que Galicia es una nación sin Estado.

España, una gran nación que ha escrito las más gloriosas páginas de la Historia Universal, se configura y conforma con otras grandes regiones que le hacen heterogénea, rica y diversa. Rica en historia, cultura, arte, tradiciones, costumbres, idiosincrasias, etc. Las lenguas también son parte importante de nuestro patrimonio cultural que debemos proteger y conservar. Defender una España que es un todo, una nación, una patria grande, formada por “patrias chicas”, reivindicando sus particularidades y señas de identidad, sin enfrentarse a ese gran sumando común que nos une, fortalece y enorgullece como país. En Aragón, como en otras regiones, sentimos el avance y la amenaza del pancatalanismo, – como ocurre en la Comunidad Valenciana o en Baleares – que utiliza la lengua catalana como ariete y herramienta de colonización política, territorial y cultural.

Y ha encontrado la complicidad de quienes se autodenominan “aragonesistas” (Chunta Aragonesista), formación política que está hoy en ese conglomerado de izquierdas, SUMAR, en el que también está Compromís. Partidos que traicionan a aragoneses y valencianos, apoyando las tesis y doctrinas que avalan la ensoñación de los Países Catalanes. Que, no olvidemos, reclaman territorios de la zona oriental de Aragón, Valencia, Baleares y el sur de Francia.

En Aragón se apoya al pancatalanismo por puro interés, por obtener una porción de los puestos, sillones, sueldos, subvenciones y chiringuitos lingüísticos varios generados al calor de tales posiciones. Como la Academia Aragonesa de la Lengua, el Institut Aragonés del Catalá, o el Institut d´l Aragonés. 

A través de una enmienda a una Ley de Medidas Fiscales y Tributarias, en 2016, se modificó el art. 4 de la Ley de Patrimonio Cultural Aragonés de 1999, para introducir por vez primera el “aragonés” y el “catalán de Aragón” como lenguas y modalidades propias de Aragón, sustituyendo a lo que se recogía anteriormente: “Además del castellano, Aragón tiene propias, originales e históricas lenguas aragonesas con sus modalidades lingüísticas de uso predominante en las áreas septentrional y oriental de la comunidad Autónoma”. Con esta sospechosa y pésima técnica legislativa se estaba interpretando y redefiniendo el contenido del Estatuto de Autonomía a través de una enmienda a una normativa fiscal.

Y por otro lado, en Aragón se ha construido una lengua artificial, el aragonés o la fabla, haciendo tábula rasa de las distintas modalidades lingüísticas existentes en la zona pirenaica y prepirenaica o septentrional y en la zona oriental de Aragón (ansotano, cheso, panticuto,  belsetán, chistabín, patués, ribagorzano,“chapurriau”, fragatino, tamaritano, maellano,…etc.). Homogenizando artificialmente y destruyendo el rico y verdadero patrimonio cultural inmaterial y lingüistico aragonés. Es decir, lo contrario de lo que dicen pretender.

La propia UNESCO en la “Carta Europea de las Lenguas Minoritarias”: reconoce que son los hablantes de una lengua los que tienen el derecho a denominarla y regularla según su voluntad sin ser sometidos ni por gobiernos ni por filólogos interesados.

Y los datos nuevamente contradicen al relato promovido por los sectores pancatalanistas. Así, en el XVI Congreso Internacional de Lingüística y Filología Románicas, en el cual participaron 723 filólogos venidos de las principales Universidades de todo el mundo, y que se celebró en Palma de Mallorca en 1980, solo 36 de esos 723 lingüistas (romanistas) avalaron que en Aragón, Valencia y Baleares se habla catalán. Ni un 5%.

En el mismo sentido, nombraremos otros datos objetivos obtenidos del Estudio Sociolingüístico de la Franja Oriental de Aragón, realizado por la Universidad de Zaragoza en 1995, por encargo del Gobierno de Aragón, el 90,57% de los ciudadanos de la zona oriental de Aragón afirma hablar aragonés o modalidades aragonesas y solo un 9,23% afirma hablar catalán. En el mismo estudio, también se plasma que el 74,8% de los ciudadanos aragoneses de la zona oriental están en contra de la cooficialidad del catalán en Aragón.

Esta es la realidad en Aragón. Los pancatalanistas y sus cómplices pueden seguir con sus ensoñaciones de Países Catalanes, apelando a la supuesta existencia histórica de una corona catalano-aragonesa y dinastías de reyes catalanes – más allá de los reyes de la baraja de naipes- y demás fantasías interesadas.

Son tiempos que exigen firmeza. Que nos obligan a desterrar toda mención al catalán en Aragón y a defender el uso de la lengua española y de la lengua aragonesa, en sus diversas variedades dialectales. Reivindicando, en todo el territorio nacional, el Art. 3 de la Constitución que expresamente reconoce: que el castellano es la lengua oficial del Estado y que todos los españoles tenemos el deber de conocerla y el derecho a usarla.

En España tenemos un patrimonio cultural muy valioso y rico, del que forman parte las diversas lenguas y modalidades lingüísticas, y, ante todo, una lengua española que hablan 500 Millones de personas en el mundo.

Que lo que nos debe enorgullecer, no consigan que nos enfrente.

David Arranz Ballesteros