Carmen Calvo, que no olvidemos que fue ministra de Cultura con ZP de 2004 a 2007, se quedó con la cartera de Igualdad en el primer gobierno de Sánchez. Pero en el segundo se vio obligada, muy a su pesar, a ceder tal privilegio a Irene Montero (por ser ésta «la mujer de»). De modo que la de Cabra, que conserva la vicepresidencia (primera, después le siguen tres vicepresidentes más), asumió la cartera de la Secretaría de Estado de Memoria Democrática: un puesto con tanta carga ideológica como el que tuvo que dejar. Es también ministra de la Presidencia y ministra de Relaciones con las Cortes. Ella es una mujer pluriempleada, una mujer preparada para la vida moderna. E incluso fan de Metallica (no todo va a ser un puñetero desastre).

    Para la egabrense urge identificar a los represaliados por el franquismo, como si no fuese más urgente enfrentarnos a la pandemia y a la brutal crisis económica: ¡los problemas reales, no ideológicos! Sin embargo, para la cordobesa imponer esta nueva ley es dogma, como quiso dejar bien a las claras el pasado 17 de julio tras la apertura de Pico Reja en el cementerio sevillano de San Fernando, donde al parecer se hallaron 1.103 cuerpos de represaliados durante la Guerra Civil y el franquismo (entre ellos el de Blas Infante, el mal llamado padre de la mal llamada Patria Andaluza): «no es un espacio para la discusión, es una obligación democrática de todos». Y si es democrática entonces tiene prestigio per se, y eso lo sabe muy bien una señora que ha sido ministra de Cultura, y para más inri de un gobierno aliciesco cuyas consecuencias han sido el diálogo con los separatista y la Alianza de las Civilizaciones con los globalistas, es decir, perdiendo  soberanía y a la par potencial geoestratégico. Pero todo va a salir bien con arcoíris, y «salimos más fuertes».

    Calvo está en la tarea de elaborar una nueva y -como vemos- sectaria ley de Memoria Histórica, y a ello se ha dedicado desde que cogió la susodicha cartera de Memoria Democrática. También, no está mal recordarlo, asumió el 4 de febrero la presidencia del Comité de Coordinación Interministerial ante la amenaza para la Salud Pública producida por el coronavirus, pero en ese puesto no tuvo tanto empeño y no le urgía tanta prisa. No había que alarmar a la población, pues era fundamental celebrar el 8M y tenía que mostrar ante la servidumbre/electorado que era más feminista que la podemita Montero que se quedó con su puesto: su paraíso perdido, la Edad de Oro, el Edén.

    La nueva ley ha sido encargada al equipo que exhumó a Franco. La nomenclatura de «Memoria Democrática» es de estirpe podemita. Podría decirse que el sanchismo se ha podemizado, pero en rigor fue el podemismo el que ya nació zapaterizado. Vivimos bajo el mandato de los epígonos del zapaterismo. Así de triste es la realidad político/ideológica española, lo cual explica la delirante gestión del gobierno ante la pandemia (aunque también hay que contar con la responsabilidad de los gobiernos de taifas, que han mostrado una vez más lo perniciosos que son para la nación española).

    Con la ley se pretende ilegalizar asociaciones franquistas, como la Fundación Francisco Franco, y se prohibirán todo tipo de subvenciones y ayudas a todas las instituciones que ensalcen la figura del Caudillo y su régimen. Asimismo, se procurará equiparar al general Franco y su «dictadura» con el régimen nacionalsocialista y con la xenofobia (todo un giño a los Black Lives Matter y antifas que también abundan en esta desgastada y rajada piel del toro). Una vez más la architrillada reductio ad Hitlerum como deus ex machina que viene a zanjar todo debate y toda racionalidad histórica con reliquias y relatos a interpretar. El memoriohistoricismo, en cambio, prefiere exagerar lo que le interesa y omitir lo que no le beneficia propagandísticamente. Se trata, entonces, de basura historiográfica, y no de historia rigurosa (aunque por supuesto discutible).  

    A su vez, se multará hasta con 100.000 euros a todo edificio que mantenga simbología franquista o ensalce al régimen. Y no podía faltar tocar o más bien retocar la educación, para adoctrinar aún más a los jóvenes españoles, así como a sus tutores; tal y como proponía el propio PSOE en su programa electoral, pues se incluirá «en el sistema educativo español el conocimiento de la historia democrática española, tanto del alumnado como del profesorado». Y a las universidades se les forzará a fomentar «las investigaciones orientadas a profundizar sobre la represión padecida por las mujeres durante la Guerra Civil española y la Dictadura franquista, contemplando la violencia física, psicológica y política ejercida contra ellas por razón de género, así como las estrategias de resistencia por ellas desplegadas». Como si no hubiese habido mujeres represaliadas por el Frente Popular. Y no decimos que lo hubiesen sido por el simple hecho de ser mujeres sino por ser del bando contrario y atacar al Frente Popular, igual que en el bando nacional se las reprimía por ser del enemigo y no por su sexo. Es decir, las mujeres represaliadas lo eran, en los dos bandos, por motivos político/militares y no por ideología de género (en tiempos de guerra, como en los de pandemia y de colosal crisis económica, no está el horno para calentar solemnes majaderías).

    Lo curioso del asunto es que en Unidas Podemos se lavan las manos y asumen que éste es un proyecto exclusivamente del departamento de Calvo. Tal vez a los podemitas les parece poco ambicioso, aunque también han mostrado satisfacción con el avance del proyecto de ley. Ya en su propuesta de 2018, de donde los sociatas tomaron el nombre, los morados profundizaron en una ley aún más guerracivilista y maniquea (en general más estúpida e imprudente). Y además se propusieron prolongar el período del franquismo hasta 1982, al reclamar la reparación a las «víctimas de la Transición»; pues en la época de la UCD la violencia era «de origen institucional». Es decir, la violencia de las fuerzas del mal del decadente franquismo frente a la mansedumbre democrática de las fuerzas del bien (de ETA no se dice nada). Luego es como si dijesen que con Felipe González empezaba la luz de la democracia, pese a la oscuridad de la «cal viva» (que tal vez interpreten como un «déficit democrático»).

    El 31 de octubre es la fecha elegida para celebrar el «día del recuerdo y homenaje a las víctimas del golpe militar y la dictadura», porque ese día (corría el año 1978) se aprobó la Constitución en el Congreso y el Senado. Entonces «el pueblo establecido en la oscuridad vio una gran luz, y para los establecidos en la región y la sombra de muerte surgió la luz» (Mateo 4.16).

 

    Por si no tenemos suficiente con el otoño que se nos avecina, a la vuelta del verano tendremos más Memoria Histórica y ahora también «Democrática» (por mor del fundamentalismo democrático). Porque -como decía Epicuro- nada es suficiente para quien lo suficiente es poco. ¿Acaso los problemas de la crisis sanitaria y económica se solucionan con más Memoria Histórica y/o Democrática? ¿Es que la tensión que va a dejar, y ya está dejando, la crisis económica no es bastante y hay que echar más leña guerracivilistaa fin de incendiar y dejar en cenizas España entera?

    Daniel López. Doctor en Filosofía.