La Operación Paso del Estrecho (OPE) es el nombre que se da al despliegue de medios humanos, materiales y organizativos que tiene que realizar España para encauzar el paso de más de un millón de magrebíes que en cada temporada de verano van en coche o autobuses desde los países de Europa a sus países de origen en el norte de África al principio de las vacaciones y regresan a sus residencias al finalizar, aproximadamente de 15 de junio a 15 de septiembre.

A Melilla, llegan en barco desde los puertos peninsulares de Málaga, Motril y Almería para, a continuación, pasar la frontera terrestre hacia Marruecos. Son, sumando la ida y la vuelta, algo más de 350.000 personas en vehículos privados y autobuses.

Nos preguntamos si a la Ciudad Autónoma de Melilla le conviene desde los punto de vista social y económico, la OPE. La respuesta de los vecinos, de los comerciantes y de buena parte de los líderes de opinión es que no interesa, porque causa muchos más inconvenientes que ventajas.

Inconvenientes sobre la vida diaria de los melillenses: saturación de los buques, con lo que los residentes dejan de tener plazas para poder viajar cuando les conviene, y ello a pesar de que los buques están subvencionados mediante un contrato; saturación de tráfico en la ciudad, con calles atestadas de vehículos y polvorientas zonas bajo el sol, mal habilitadas para espera de los transeúntes y con la frontera terrestre colapsada con esperas de entre cuatro -con suerte- y diez horas. Más inconvenientes: los agentes de policía y los servicios médicos dedicados a atender a esta avalancha se detraen del servicio normal a los melillenses.

Inconvenientes de tipo económico: el coste en salarios de los policías nacionales, locales y portuarios, guardias civiles; personal de atención sanitaria, idiomática, de información y de asistencia general en la estación marítima y en las zonas de espera repartidas por la ciudad; la instalación, mantenimiento y desinstalación de aseos móviles, dispensadores de agua, carpas para sombra, alquiler de los solares ocupados; los servicios médicos de segunda línea en los centros de salud y en el hospital.

Los beneficios colectivos no se conocen y en cuanto a los económicos se reducen a las tasas portuarias -insuficientes para cubrir el coste permanente de un puerto dimensionado para un tráfico de temporada-, los ingresos de ciertos particulares que operan en el puerto, como prácticos y taxistas. Estos transeúntes no compran nada en Melilla, a excepción del combustible para sus coches, ya que se benefician así del descuento de veinte céntimos por litro sufragado por el erario y de los bajos impuestos especiales de Melilla, que son unos tributos que deja de ingresar el mismo erario para beneficio de la ciudad, no de transeúntes. Recordemos que el erario es la caja  donde todos los españoles depositamos nuestros impuestos y de la que pagamos nuestras necesidades colectivas. Y recordemos también que las empresas navieras ganan lo mismo llevando a los magrebíes directamente a Marruecos que desembarcándolos en Melilla.

Nos preguntamos entonces ¿por qué estos pasajeros de la OPE no viajan en barco directamente de la Península al puerto marroquí de Nador, al lado de Melilla? Porque por Melilla se benefician directamente del contrato del Estado con varios de los buques que hacen la travesía y porque, según muchos indicios, un número importante de estos transeúntes se podrían estar beneficiando indebidamente de las bonificaciones de residencia en Melilla, al constar falsamente domiciliados en casas de parientes y amigos.