La nacionalidad es la unión jurídica de un individuo con un Estado, lo que supone ciertos derechos pero también una serie de obligaciones entre las partes. Uno de los derechos que se adquieren a través de la nacionalidad es la protección por parte del Estado, mientras que la obligación del individuo frente al Estado es el cumplimiento de sus leyes respeto y reconocimiento a sus instituciones.

            Actualmente, la concesión de la nacionalidad española se ha convertido en un mero trámite administrativo una gestión que el inmigrante solicitante y obvia el sentimiento el arraigo que debería ser la base de toda concesión de la nacionalidad. Nuestras leyes de extranjería, los trámites de adquisición de la nacionalidad española, están totalmente obsoletos ante la realidad migratoria que soporta el país. Por un lado tenemos todo el flujo migratorio que entra de manera ilegal y al que no se aplican las órdenes de expulsión, a lo que se suma el hecho de que  muchos municipios permiten después el empadronamiento, permitiendo así el proceso de arraigo, acceso a recursos públicos, con las terribles consecuencias de normalizar y aceptar la  inmigración ilegal fomentada por mafias.

            Otro de los problemas esa el de la saturación y mala aplicación de la ley de extranjería en el caso de aquellos hijos de inmigrantes nacidos en el estado español. Son españoles de nacimiento, pero se encuentran con verdaderas trabas burocráticas que les lleva años y años para acceder a su identidad española. Esta situación les genera frustración y despegó a su país, les convierte en jóvenes con especial vulnerabilidad y hace surgir el sentimiento que se define como «fidelidad dividida»: ¿Cómo se puede sentir un joven universitario de veinte años identificado como extranjero en su propio país de nacimiento?

            Los españoles somos los primeros que tenemos que poner en valor nuestra nacionalidad. Es mucho más que un trámite, es un sentimiento de pertenencia, un orgullo de nuestras tradiciones, nuestra cultura y las instituciones que nos representan Es acceder a unos derechos y deberes que luego son casi imposibles de retirar.  Ser español es mucho más que tener un DNI. Tenemos que tener claro que la nacionalidad española no se puede conceder a aquellos que la puedan usar contra los intereses nacionales, algo que sucede especialmente con los solicitantes de origen marroquí, que se han filtrado en partidos políticos, en la administración, y al mismo tiempo, sirven al interés de Marruecos.

Hay momentos en la vida en los que hay que involucrarse. No se trata de renegar de los orígenes, pero sí de ser responsable y conscientes de la importancia de ser español. Como siempre he dicho, no es lo mismo un marroquí nacionalizado español que un español de origen marroquí. Igual que en Estados Unidos tener la nacionalidad marca un antes y un después en la vida de los solicitantes espero que sepamos llegar a darle el mismo reconocimiento e importancia a ser español y vivir sin complejos nuestro orgullo nacional y mostrar sin miedo nuestra bandera que tantas vidas salva.

Hanan Serroukh