Cuando los abusos son acogidos por la sumisión, no tarda en convertirlos en leyes la nación usurpadora. Malesherbes. Ministro de Luis XVI (1721-1794)

 

Un año hace ya desde que el Reino de Marruecos utilizase el arma más sofisticada de las que dispone su arsenal para combatir a Occidente y en especial a una potencia menor, debilitada y acobardada, como España.  Un arma carente de balas, pólvora o espoleta, pero sin duda mucho más efectiva para poner de rodillas a un país que, como el nuestro, hace de la humillación y la sumisión, toda una estrategia diplomática en la que fundamentar y sostener sus relaciones exteriores con Marruecos.

Proyectiles de carne y hueso, con forma de delincuentes en potencia, pero también de mujeres y niños en su variante más explosiva, la del modelo bebé abrazado a un padre que, sin saber nadar, se aventura como eficaz torpedo, sobre el eje de flotación de toda la resistencia política de un gobierno incapaz de afrontar reto alguno, sin doblar la rodilla y claudicar ante cualquier chantaje que se le presente.

Ahora bien, quién con algo de interés se haya molestado en conocer la historia de Marruecos, nada de lo acontecido aquella luctuosa jornada, pudo pillarle por sorpresa. Quizá a los incautos, ingenuos y aquellos acostumbrados a creerse sus propias mentiras, sí, pero a quienes, como en mi particular caso, conocíamos meridianamente algo de la idiosincrasia política marroquí, en absoluto, y así lo venía avisando siempre que tuve la oportunidad de hacerlo, no sin ser atacado por atreverme a ello.

En este sentido, cabe aclarar, para quien aún lo desconozca, que la política alauita históricamente, siempre estuvo caracterizada por un tribalismo mesiánico, anárquico, arcaico y filibustero, que ni las acciones coloniales francesas y españolas, bases constitutivas del moderno Estado marroquí, consiguieron desterrar de su esencia y formas políticas actuales. Es por ello, que en ningún momento albergué duda alguna de que, dada la ocasión, estos siempre optarían por el chantaje, la extorsión y el comportamiento traicionero, a la hora de enfrentar cualquier contencioso que se les presentase con España.

Marruecos no ha cambiado en su forma de hacer política y conforme a esos parámetros, diseña toda su política exterior, apelando cobardemente al ordenamiento jurídico internacional en su beneficio, cuando su posición es de subordinación con respecto a su interlocutor y haciendo uso del chantaje, el engaño y la extorsión, cuando atisba con claridad, la sumisión, debilidad, incapacidad, miedo y cobardía en el adversario.

Por desgracia, esa es la situación en la que la España de Pedro Sánchez y la Ceuta de su escudero de traiciones Juan Vivas, se encuentran con respecto al Reino de Marruecos, situación esta, especialmente deteriorada, tras la traicionera cesión que el ejecutivo sanchista ha hecho ante las pretensiones marroquíes sobre el antiguo Sáhara Español.

En cualquier caso, a un año de la invasión orquestada por Marruecos sobre la ciudad de Ceuta, podemos afirmar, que algo sí que ha cambiado en las relaciones hispano-marroquíes.

Ahora Marruecos, sin duda, es plenamente consciente de la posición que ocupan ambos estados y sobre todo de cual es la tecla a tocar en cada momento para que la música suene siempre conforme a sus gustos e intereses.

Juan Sergio Redondo