El «proceso de paz» es el eje en torno al cual transcurrirá la reunión y la preocupación central del presidente.


20061219104213.jpgC.H. / G. L. A. / L. A.

19-12-2006-ABC

La séptima reunión en lo que va de legislatura entre José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy llega cuando sus relaciones están más deterioradas que nunca -como se puso de manifiesto en la conmemoración del Día de la Constitución- y con sus intereses radicalmente enfrentados en el horizonte inmediato de las elecciones de mayo. La reunión ha sido convocada en un clima de alta crispación política, con las encuestas a la baja para el PSOE, con el «proceso» en una suspensión de facto y con una creciente sensación de parálisis gubernamental.

La entrevista, que se celebrará el viernes -al límite del tiempo para cumplir el compromiso institucional de una reunión semestral-, fue anunciada poco después de las tres de la tarde en un escueto comunicado oficial de Presidencia del Gobierno, que no incluía la agenda que abordarán, con lo que -al menos públicamente-se le ha querido conferir carácter «abierto».

«Cuestiones fundamentales»

En estos términos se manifestó ayer desde Nueva York Zapatero al explicar que tratarán «cuestiones fundamentales» como algunas reformas legales en marcha, que no especificó, y el proceso. «En definitiva, lo que forma parte de una agenda normal de diálogo entre el presidente del Gobierno y el líder de la oposición», dijo.

No obstante, el «proceso de paz» es el eje en torno al cual transcurrirá la reunión y la preocupación central del presidente, según se le transmitió al líder del PP, que recibió ayer por la mañana una llamada «monclovita» en la que se sondeaba su disposición a reunirse «a lo largo de la semana» con Zapatero. Rajoy se enteró por el comunicado de que, finalmente, la reunión tendría lugar el viernes a las 10 de la mañana, según la versión del PP, mientras que del lado socialista afirman que fue Rajoy quien escogió día y hora, justo cuando se cumple el fin del plazo que ETA dio para «hacer balance» de la marcha del «proceso».

Conforme a la máxima de Rajoy de acudir «siempre que el presidente de mi país me cite», dio su conformidad, aunque tiene previsto presentarse con no pocas exigencias. De hecho, ayer anunció que quiere «hablar en serio» sobre ETA. Además de reiterar su negativa a cualquier tipo de negociación política con la banda terrorista y alertar de que Navarra no está en el tablero de juego de ningún «proceso de paz», criticará ante Zapatero la, a su juicio, «impunidad» con que Batasuna actúa, primero, maniobraando para asegurarse estar presentes en los ayuntamientos vascos y navarros y en la Comunidad foral tras las elecciones de mayo; segundo consiguiendo una presencia pública que le lleva a convocar hasta «jornadas de lucha». Convencido de que la situación actual «es peor» que en marzo, -cuando celebró su último encuentro con Zapatero-, defenderá la necesidad de «mover todos los resortes del Estado», para impedir «listas blancas». También dijo esperar oír de labios de Zapatero que buscará «la derrota de ETA» sin «enjuagues».

Tampoco parece muy entusiasmado el líder del primer partido de la oposición sobre la actitud de la Fiscalía, que ha cambiado de criterio en doce ocasiones desde el anuncio del «alto el fuego». El último capítulo, sobre «Egunkaria», es para el PP una de las cosas más graves de la legislatura.

En cambio, desde el Gobierno dicen no descartar que se exploren también otras cuestiones, como las posibilidades de un acuerdo para reformar la Constitución. Pero en ambos asuntos -ETA y reforma constitucional-las posiciones están tan distantes que ni en el Gobierno ni en el PSOE se albergan grandes perspectivas de acercamiento. «¿Expectativas de acuerdo? Pocas», dijeron fuentes gubernamentales. El propio presidente quiso rebajar el tono al afirmar que la reunión responde «a lo que está previsto y programado» y que, incluso, se habían producido más encuentros de los que él mismo se había marcado con carácter semestral, aunque calificó de «positivo» que Rajoy hubiera aceptado la reunión tras meses de incomunicación y enfrentamiento.

«Para engañar»

En el PP el entusiasmo también es perfectamente descriptible y lo manifestó de forma muy gráfica Ángel Acebes, antes de que conociera la cita del viernes. Interrogado por los periodistas en su habitual comparecencia de los lunes respecto a un posible encuentro, indicó que, «que yo conozca, no ha habido convocatoria. El Gobierno desde hace mucho tiempo-agregó- ha incumplido sus compromisos. Su palabra vale lo que vale. Ni informan, ni quieren reunirse y si se reúnen es para nada, para engañar».