Cada día que pasa se esfuma la esperanza. Cada bomba de los terroristas pudre las expectativas creadas por Zapatero. Y, en el propio presidente, la desesperanza aprieta y las expectativas frustradas m
Un Gobierno sudoroso
Santiago Abascal
2 de marzo. Cada día que pasa se esfuma la esperanza. Cada bomba de los terroristas pudre las expectativas creadas por Zapatero. Y, en el propio presidente, la desesperanza aprieta y las expectativas frustradas multiplican los nervios.
Los días pasan. El Estado se debilita, el Gobierno suplica. Y cuanto más lo hace, más y más se fortalecen los terroristas y más intenso y cadente se hace el sonido de las bombas.
Bombas cada vez más arriesgadas. ETA juega a maltratar y asustar al Gobierno. Los explosivos ya no se advierten y, peligrosamente, acarician y danzan con la muerte, más y más hambrienta y ansiosa con cada atentado.
Y cuanto mayor es el miedo y el nerviosismo del Gobierno, según aumenta el pánico ante la irresponsabilidad cometida, según aparece la conciencia del error de haberse puesto en manos de los terroristas, mayor es el sadismo de la banda criminal, mayores sus exigencias y más peligrosas sus demostraciones.
No hay ya discusión. No puede haberla. José Luis Rodríguez Zapatero ha cometido el error de su vida y el mayor error de nuestra Historia reciente. Ha puesto a nuestro Gobierno a merced de los enemigos de España mostrando como señuelo nuestra unidad y nuestra existencia como nación. Y el pueblo español, cual centinela, se ha echado a la calle, a defender la fortaleza –la del Estado-, consciente del error y la traición de su gobierno. Y el Gobierno se ha echado las manos a la cabeza: ¡sólo son 100.000! ¡Apenas cuatro gatos! ¡Nada de un millón y medio! ¡Menos aún dos!
¡Qué más da la batalla infame de las cifras provocada por el Gobierno sudoroso y asustado, abrumado por su error! Allí estaban las víctimas. Entre ellas Ortega Lara. Encabezadas –al mando de sus sillas de ruedas- por los mutilados del terrorismo sangriento y cobarde. ¡Bastaban cuatro gatos, bastarían cuatro víctimas para apabullar al Gobierno! Pero ha sido el pueblo español, acompañando a sus mártires y sintiéndose mártir.
Mientras tanto las bombas siguen sonando. La tensión del Gobierno se dispara. El miedo al fracaso político se hace insoportable y se piensa en cederlo… ¡todo! ¿Una mano tendida al Gobierno para que no nos arrastre al precipicio? Por supuesto, pero antes una rectificación ante el pueblo y ante sus mártires.