Pasemos a desenmascarar este mito, esta absoluta ficción fastuosa que reunirá hoy en Barcelona, en torno a la estatua de Casanova, a miles de personas que ni saben lo que hacen, ni lo que dicen


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En la web de la Generalidad de Cataluña (www.gen.cat) se dice lo que sigue en relación al día de hoy, 11 de septiembre: “La primera ley aprobada por el Parlamento de Cataluña al constituirse en 1980 fue la que declara el 11 de septiembre fiesta nacional de Cataluña en los siguientes términos: «(…) El pueblo catalán en el tiempo de lucha señaló una jornada, la del once de septiembre, como Fiesta de Cataluña. Una jornada que, si bien significaba el doloroso recuerdo de la pérdida de las libertades, el once de septiembre de 1714, y una actitud de reivindicación y resistencia activa frente a la opresión, suponía también la esperanza de una total recuperación nacional. Ahora, al retomar Cataluña su camino de libertad, los representantes del Pueblo creen que la Cámara Legislativa debe sancionar lo que la Nación unánimemente ya ha asumido. Por ello el Pueblo de Cataluña establece, por la potestad de su Parlamento, la siguiente Ley: «Artículo primero. Se declara Fiesta Nacional de Cataluña el día once de septiembre«”. (la cursiva es nuestra).

Una vez más, desde la Fundación DENAES, pasemos a desenmascarar este mito (y nos remitimos, entre otras, a la obra de Jesús Laínz, La nación falsificada, en donde se destapa con meridiana claridad tal mito), esta absoluta ficción fastuosa que reunirá hoy en Barcelona, en torno a la estatua de Casanova, a miles de personas que ni saben lo que hacen, ni lo que dicen.

Primero la guerra de Sucesión no fue “en defensa de las libertades catalanas”, sino en defensa de los derechos al trono de España, no de Aragón (y mucho menos de Cataluña), del pretendiente el Archiduque Carlos de Austria, frente a las pretensiones de Felipe de Borbón. Como es sabido, holandeses e ingleses apoyaron a los “austracistas”, y Francia a los “felipistas”.

Segundo, en Barcelona se proclamó al Archiduque Carlos rey de España (no de Cataluña), como “Carlos III”, siendo reconocido como tal, además de en Barcelona y otras partes de Aragón, también en Toledo, en Alcalá, en Orihuela…, mientras que por ejemplo Lérida no era austracista, y se resistió a la capitulación y a la proclamación del Archiduque como rey. Muchas comarcas del Pirineo catalán y especialmente el Valle de Arán se mantuvieron expresamente fieles a Felipe de Borbón.

Tercero, Cataluña no pudo perder su “autonomía política”, porque no la tenía, fue Barcelona, especialmente austracista -por razones que sería algo largo de explicar-, la que terminó capitulando, tras el asedio, y terminó aceptando a Felipe V como rey de España.

Cuarto, las Leyes de Nueva Planta no son “castellanas”, sino que más bien suponen la eliminación regalista, tanto para Castilla como para Aragón, de las instancias oligárquicas, estamentales, intermedias entre súbditos y Corona (los Consejos, las Cortes…). Es decir con las Leyes de Nueva Planta son abolidas Cortes y Diputaciones, que habían sido el instrumento de la acción de determinadas élites, sobre todo en Aragón, para mantener sus privilegios. La única “autonomía” que se pretende abolir con la Nueva Planta es la libre disposición del señor sobre su vasallo.

Resumiendo, Barcelona (y no así, insistimos otras partes de Cataluña) no luchaba, el 11 de septiembre de 1714, por “la libertad de los catalanes” (menos por la libertad de una nación inexistente), sino por la libertad de que el señor, una oligarquía de señores barceloneses, pudiesen libremente disponer de sus vasallos (entre otras cosas decidiendo sobre su vida y su muerte), sin que el rey pudiese intervenir.
El famoso bando de Casanova es, sobre todo, una proclama antifrancesa y en ella se pide a los españoles (no solo a los catalanes), citamos textualmente: “derramar gloriosamente su sangre y vida por su rey, por su honor, por la patria y por la libertad de toda España”.

FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA