Montilla intenta a la desesperada captar el voto más españolista con su presencia en el desfile del 12 de octubre y su propuesta de cara a cara en castellano con Artur Mas

MARÍA JESÚS CAÑIZARES / BARCELONA

Día 13/10/2010

EFE| Montilla, ayer en Madrid durante el desfile miltar del 12 de octubre

EFE| Montilla, ayer en Madrid durante el desfile miltar del 12 de octubre

Tras cuatro años de pacto con ERC —siete si se incluye la experiencia del primer tripartito del ex presidente Pasqual Maragall— y casi en tiempo de descuento, José Montilla ha decidido abrazar la causa españolista con vistas a arañar unos votos en el área metropolitana de Barcelona que, vistos los abucheos recibidos el pasado domingo por el todavía ministro, Celestino Corbacho en L’Hospitalet de Llobregat (Barcelona), parece que se resisten.

Sumar electorado se está volviendo para el PSC una misión imposible y, según todas las encuestas de intención de voto, no habrá prórroga para el actual Gobierno de PSC, ERC e ICV, pero sí un aumento de escaños para PP, mientras que Ciutadans volvería a jugar de titular en la liga política catalana. Esta circunstancia, unido al fracaso que ha supuesto luchar contra CiU con sus mismas armas, esto es, con un dicurso nacionalista en el que el nuevo Estatuto, sentencia del Tribunal Constitucional (TC) mediante, parecía ser el principio y el fin de todo, los socialistas catalanes han dado un giro a su estrategia y ofrecen ahora su faceta más española.

Por ello, tras dos años de ausencia, el ex ministro de Industria, acudió ayer al desfile del Día de la Hispanidad en Madrid, con la consiguiente indignación de sus socios del Ejecutivo autonómico, ERC e ICV, quienes le han recordado el bofetón estatutario del TC y la pasiva reacción de un PSOE dispuesto a bendecir cualquier tipo de tregua territorial que implique menos soberanismo. De ahí la apuesta de Ferraz por el regreso a la política catalana de Corbacho, identificado con el sector más españista y más reacio a renovar un pacto con los independentistas.

Ese cambio de ritmo autonómico tampoco convence al PP catalán, cuya presidenta, Alicia Sánchez-Camacho, recordaba ayer que Montilla ha sido «prisionero» del tripartito, donde «lo que ha primado han sido las políticas independentistas de ERC». Lamentó que el presidente sólo defienda la bandera de España una vez se han convocado las elecciones catalanas y aseguró que su presencia en el desfile de Madrid se debe a que «las encuestas van mal para el PSC». «Montilla será recordado —dijo— como el presidente que ha debilitado las relaciones entre España y Cataluña». Los populares catalanes, ellos sí, celebraron el doce de octubre con plena normalidad con un acto en la plaza Cataluña.

En esa línea de lealtad constitucional descubierta ahora por Montilla se incluye su exigencia de que el cara a cara televisado con el candidato de CiU, Artur Mas, se haga en castellano. De hecho los nacionalistas ya sospechaban que detrás del consentimiento de Montilla de celebrar un debate bilateral había gato encerrado y que, finalmente, los socialistas impondrían unas condiciones difíciles de asumir. Y así ha sido. El secretario general adjunto de CDC, Felip Puig, acusa al líder del PSC de «insultar la inteligencia de los electores catalanes y de la gente castellanoparlante» con su sugerencia, y recordó que Mas y Montilla siempre han utilizado el catalán durante esta legislatura, dentro y fuera del Parlament.

«Provocación»

Para Puig, la propuesta del PSC responde a su intención de «excitar artificialmente» la campaña y «atacar la convivencia lingüística y social» de Cataluña fraguada durante más de 25 años «hasta buscar incluso la fractura social del país». El número dos de Convergència cree que el PSC se equivoca con este planteamiento que busca frenar su «caída» electoral, por lo que no aceptarán lo que define como una provocación.