Las críticas de la jerarquía de la Iglesia al gobierno, interpretadas por éste como una maniobra electoralista del PP, son resultado de la política anticatólica de Zapatero.


El 2 de Enero de 1492 Boabdil tendió las llaves a Fernando de Aragón, quien a su vez se las entregó a la Reina Isabel de Castilla y ésta a Iñigo López de Mendoza, conde de Tendilla. Seis mil hombres se adentraron en la ciudad, se apoderaron de las fortalezas e izaron en las almenas del Alhambra el estandarte de la Cruz y los pendones de Santiago y Castilla.

El 2 de Enero de 2008 el PSOE ha publicado una infame soflama en donde el Catolicismo queda reducido a una cuestión de creencias subjetivas, junto a otras, al que se niega cualquier posibilidad de manifestarse públicamente, invocando para justificarse la aconfesionalidad de España. Aconfesionalidad que sólo en el terreno del formalismo jurídico puede ser tenida en cuenta, porque en el terreno práctico y real los españoles siguen siendo tan católicos como siempre. La simple obviedad de que los obispos logren reunir a un millón de personas debería ser suficiente para que el gobierno cayera en la cuenta de que la Iglesia es mucho más que un conglomerado de individuos con creencias comunes y variopintas.

Las críticas de la jerarquía de la Iglesia al gobierno, interpretadas por éste como una maniobra electoralista del PP, son resultado de la política anticatólica de Zapatero. No sólo en cuestiones éticas y morales, como la del aborto o el matrimonio homosexual, incompatibles con la doctrina de los católicos, sino también en su política de Estado.
Hay que reconocer que los ataques del PSOE a los católicos -que bien podrían volverse contra ellos el próximo 9 de Marzo- también son puros formalismos (el gobierno reconoce que no tomará ninguna medida concreta contra la Iglesia, como la revocación del Concordato vigente, por ejemplo).

La Historia de España es ininteligible sin el Catolicismo; no resulta, por tanto, extraño, que un gobierno empeñado en la fragmentación de la Nación ande resuelto en ocultar a los estudiantes esta Historia y en insultar y amenazar a los católicos.

Pero un germen o fermento del que se alimentan el comunicado socialista, la desmembración de la Nación, el ocultamiento de su Historia, es, entre otros, el psicologismo imperante en nuestros días. Y a este bacilo no es inmune ni la misma Iglesia cuando es capaz de albergar en su seno a curas y obispos separatistas, capaces de igualar víctimas y verdugos o, incluso, de dar un paso más y situarse a favor de los asesinos. También la Iglesia española debería aclarar por qué tolera en su seno a semejante tropa.

En cualquier caso, mala fecha ha elegido el PSOE para arremeter contra los católicos, que bien podrían el 9 de Marzo hacerle “llorar como mujer lo que no supo defender como hombre”.

FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA