Después de la visita del candidato Pedro Sánchez al Presidente de la Generalidad, Carlos Puigdemont, la Presidenta del Parlamento Catalán, Carmen Forcadell, ha insinuado que los sediciosos estarían dispuestos a aceptar un referéndum separatista… siempre que el Gobierno de España lo propusiera


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Durante esta semana que termina ha tenido lugar una reunión entre el candidato a la investidura, el socialista Pedro Sánchez, y el Presidente de la Generalidad catalana, Carlos Puigdemont. Una visita que ha traído cola, ya de entrada porque los compañeros de viaje de Sánchez, Ciudadanos, se han sentido agraviados al excluírseles de semejante visita y ni siquiera anunciársela. También porque el clima de tensión separatista en la autonomía catalana aconseja que un candidato a ser investido presidente (que no presidente en rigor) no realice semejantes actos.

Durante la reunión, el presidente Puigdemont ha escenificado el cambio de postura de parte de los separatistas catalanes. Ahora ya no viven enrocados en la realidad de fundar un estado propio, al menos de forma unilateral, sino que parecen dispuestos a aceptar un referéndum de autodeterminación como peculiar salida a la crisis que ellos y sólo ellos han generado. Al menos, esa es la postura que le ha manifestado a Pedro Sánchez: que una vez sea Presidente del Gobierno (en caso de que logre serlo, algo que a día de hoy parece inviable), aproveche sus poderes para autorizar semejante consulta sediciosa. Pero Sánchez, a quien Mariano Rajoy ha sabido ganarle la partida y llevar el agua a su molino, y con la vigilancia del comité federal de su partido, ha reiterado, por enésima vez en los últimos tiempos, que está dispuesto a hablar de todo, siempre dentro de la legalidad vigente. No obstante, sí que es verdad que Sánchez ha reconocido que se ha agraviado a Cataluña, con lo que parece abrir la puerta legal al reconocimiento de ciertas «singularidades» vía reforma constitucional, suponemos. Al menos, a eso ha dado pie el candidato socialista con sus constantes anuncios, posición mantenida por la totalidad de su partido.

El vergonzoso reconocimiento de Sánchez ha movido a la acción a los separatistas, quienes no sólo han hecho públicas esas manifestaciones, agradeciendo a Sánchez su «comprensión» frente al victimismo sedicioso, sino que se han lanzado a celebrar la buena nueva por todo lo alto. Así, la presidenta del Parlamento Catalán, Carmen Forcadell, ha asegurado que le gustaría que el próximo gobierno español ofreciera a Cataluña la celebración de un referéndum separatista, aun admitiendo que las posibilidades de lograrlo son muy reducidas. Literalmente, ha afirmado: «Me gustaría mucho que el Gobierno español propusiera un referéndum porque significaría que reconoce el derecho de autodeterminación, pero realmente, tal como está ahora la situación, no lo veo factible».

Asimismo, Forcadell ha añadido en declaraciones a los medios de comunicación que, si el próximo Gobierno de España se dignara a abrir esa consulta, entonces se podría «hablar de todo» sobre qué hacer con el «proceso soberanista», pero considera que este escenario no está cerca. No obstante, ¿a quién puede sorprender ya nada de lo que se afirma o se calla en el entorno de los sediciosos catalanes? Cualquier subterfugio será bueno si sirve a sus propósitos de ir ganando más y más posiciones, más y más privilegios, de cara al horizonte de la segregación respecto a la Nación Española, pero no cara a una independencia inmediata que sería muy costosa a todos los niveles: ningún país ni de la tan cara Unión Europea, ni de ningún lugar del mundo ha mostrado el más mínimo apoyo a esa causa independentista que para sujetos tan alucinados como el Consejero de Exteriores, Raúl Romeva, ocupa ni más ni menos que la primera plana de la política internacional. ¿Ignora Romeva que Israel ha rechazado abrir su Consulado en Cataluña por las tensiones separatistas? Pues esa será la única «primera plana» que el proceso catalán puede conseguir en el extranjero.

Parece no obstante que los separatistas vuelven a recular; ahora están dispuestos a seguir la vía del referéndum tan explotada por el partido no nacional Podemos, como vía para al menos desbloquear la situación. A efectos prácticos no garantizaría absolutamente nada (no sólo habría que ganar el referéndum, sino que además el resultado fuera reconocido por terceros países), pero seguramente serviría para postergar ad infinitum el largo y tedioso proceso separatista en Cataluña. Si los sediciosos no ganan a la primera, habrá que repetirlo una y otra vez hasta que, por fin, los españoles residentes en Cataluña (o todos los españoles, dependiendo de la laxitud del censo que tuviera derecho a voto en semejante corrupción democrática), hastiados de tanto aguantar, decidieran darles lo que piden y lograsen su tan ansiado objetivo.

Sin embargo, analizando con mayor seriedad el significado de ese referéndum, tal consulta implicaría una petición de principio flagrante: si Cataluña puede convocar un referéndum de autodeterminación será porque ya es reconocida como una entidad diferente de la Nación Española. No olvidemos que la Organización de Naciones Unidas reconoce la existencia de ese «derecho a la autodeterminación», pero solamente para los entes que son considerados colonias, no para partes de naciones políticas soberanas con total reconocimiento. Esto es, Cataluña, como división administrativa de España y reconocida a todos los efectos de ese modo, no puede autodeterminarse porque carece del estatuto de colonia. Ergo, el sueño de una República Catalana morirá en cualquier despacho de cualquier gabinete extranjero, carente del más mínimo reconocimiento.

Desde la Fundación Denaes no sólo consideramos inoportuna la visita de Pedro Sánchez a Carlos Puigdemont, en plena efervescencia separatista, dando así pábulo a las más sediciosas insinuaciones, sino que entendemos que semejante visita, casi oficiando como futuro Presidente del Gobierno de España sin disponer de atribución alguna, vuelve a «dar alas», como suele decir de la posición de firmeza respecto al separatismo del ahora Presidente en funciones Mariano Rajoy, a la sedición, consciente de que es capaz de concentrar la atención de los medios para proponer alternativas que están sobre la mesa, como el ya famoso referéndum sedicioso en Cataluña, para poder salir de sus contradicciones y convertir de nuevo su amenaza a la Nación Española en una amenaza solvente.

Fundación Denaes, para la Defensa de la Nación Española.