La endeble cabeza gubernamental no hace sino empeorar las cosas, aumentar las sospechas y, de paso, reforzar la posición de los propios terroristas.


Nadie puede dudar que Batasuna-ETA ha vuelto a las instituciones a través de ANV. Ya sabemos que el Gobierno dijo que no, que ANV era “legal”, al menos en un cierto porcentaje. Pero, con el mismo cuajo, el Gobierno dice ahora lo contrario, y aún podría volver a cambiar de postura si Zapatero tiene una nueva visión. La endeble cabeza gubernamental no hace sino empeorar las cosas, aumentar las sospechas y, de paso, reforzar la posición de los propios terroristas. La gravedad de la situación que estamos viviendo es evidente, por más que el poder se empeñe en ocultarla bajo toneladas de demagogia.

España ha tenido un enemigo fundamental en los últimos cuatro decenios: el terrorismo de ETA. Ha sido, especialmente, el peor enemigo de la democracia española, la fuerza más ferozmente opuesta a que en España reinara un clima de libertad. Es a esa fuerza a la que Zapatero ha prestado un balón de oxígeno al amparar la entrada en las instituciones del brazo político del terrorismo. De nada sirve ahora multiplicar los discursos. La situación es la que es y la culpa sólo la tiene Zapatero.

La unidad contra el terrorismo, que ahora intenta recuperar el mismo Gobierno que la había roto, es un bien objetivo, pero debe ser real; no puede limitarse a las palabras, sino que tiene que aplicarse a la política del día a día. En este último aspecto, la capacidad de compromiso del Gobierno sigue puesta en duda.