Para desterrar el español, los separatismos necesitan extender el inglés como segunda lengua mientras martillean y persiguen sin descanso a los hispanoparlantes.


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Cuando en Cataluña -y de seguir así, muy pronto también en Galicia y el País Vasco- muchos compatriotas no pueden escolarizar a sus hijos en un colegio en donde se hable español, su lengua materna; cuando los profesores universitarios que dan sus clases en español tienen que andar con escolta; cuando, en esas mismas universidades, se agrede e insulta -en gallego, en euskera, en catalán- a quienes defienden, en su lengua, a la Nación. Cuando, en suma, los ataques a la lengua española son ariete y fundamento de la ofensiva separatista, entran en escena los dos partidos nacionales defendiendo que los escolares españoles acaben su educación obligatoria dominando… ¡el inglés! Lo adelantó Rajoy en la entrevista televisada que le hicieron el pasado año y, ahora, Rodríguez lo utiliza como propaganda electoral.

Nada habría que objetar a semejantes propuestas si España fuese un estado normal del que no se cuestiona su existencia y su ser. Pero en estas circunstancias extraordinarias en donde la ofensiva separatista, en alianza con el PSOE de Rodríguez, plantea cambiar la identidad de España, este proyecto juega a favor de quienes quieren dividir la Nación.

Porque resulta evidente que la supervivencia, en el conjunto de las naciones políticas, de futuras naciones fraccionarias exige el dominio de una lengua con radio universal. Usarán el catalán, el euskera o el gallego “para consumo interno”, pero desterrado el español, y camino llevan, les resultará imprescindible el inglés. Claro que para desterrar el español, precisamente, necesitan, en el presente, extender el inglés como segunda lengua mientras martillean y persiguen sin descanso a los hispanoparlantes.

Del partido de Rodríguez no podemos esperar otra cosa. Pero del PP tenemos que pensar que se equivoca si, junto a esta propuesta, no explica claramente que su proyecto considera inexcusable el conocimiento de la lengua española en todos y cada uno de los rincones de España y que, por esto, luchará para poner fin a la terrible situación presente, en donde las autoridades autonómicas se pasan la ley por el forro.

Es imprescindible que tras las elecciones se camine en la senda de la reconstrucción y no de la ruptura definitiva: está bien saber inglés siempre que los españoles se expresen con normalidad en su lengua propia y universal. Pero mientras tal cosa no suceda, la propaganda electoral debería ser eco de la necesidad de defender al español antes que anticipo y promesa de un futuro en el que lo que quede de España tenga que entenderse en la lengua de Shakespeare, en lugar de la de Cervantes.

FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA