En cualquier país normal, un tipo como De Juana Chaos no volvería a pisar la calle en su vida.
Veinticinco son las víctimas mortales causadas personalmente por el asesino confeso, convicto y nunca arrepentido José Ignacio de Juana Chaos. Veinticinco españoles cuya memoria va a ser alevosamente humillada si este criminal, tal y como parece, es finalmente excarcelado por el Gobierno. De Juana no sólo no se ha arrepentido, sino que desde la prisión ha prodigado los mensajes de odio a sus víctimas en particular y a todos los españoles en general; por eso cumple ahora condena. En cualquier país normal, un tipo así no volvería a pisar la calle en su vida.
Pero España no es un país normal. Es un país cuyo Gobierno ha emprendido una carrera suicida para pactar con una banda terrorista. Esa banda, para poner a prueba al Gobierno, lleva mucho tiempo pidiendo la suelta de De Juana como gesto de “buena voluntad”. Por eso las mismas tribunas progubernamentales que defienden la eutanasia y el aborto, gimen ahora para que se excarcele al criminal cuando voluntariamente se ha puesto en huelga de hambre, no sea que se nos vaya a morir. Y los mismos ministros que hace dos años juzgaban inaceptable la excarcelación, la juzgan ahora razonable. Es bochornoso.
Por parte de ETA, estamos ante un chantaje. Y por parte del Gobierno, ceder sería, simplemente, un cobardía. Son veinticinco muertos, presidente. Veinticinco asesinatos de Juana Chaos. Veinticinco víctimas a las que se humillará si se les priva de justicia.