Las noticias que transmiten los medios de comunicación sobre las relaciones que, tanto las sediciosas CUP como el partido no nacional Podemos, mantienen con el indigenismo antiespañol del denominado Socialismo del Siglo XXI, no hacen sino corroborar la solidaridad existente entre los diversos enemigos de la Nación Española


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En medio de las constantes especulaciones sobre el futuro gobierno de la Nación Española, en esta semana donde las rondas de contactos con el Rey de España Felipe VI han acontecido sin descanso, una noticia ha saltado a la actualidad política de nuestra Nación: se trata de los vínculos, no por conocidos menos escandalosos, del partido no nacional Podemos, así como los de la secta separatista CUP con el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, y la banda terrorista separatista vasca ETA. Vínculos manifestados a un nivel tan inmediato como el traslado de los dirigentes Ana Gabriel, de las CUP, y María José Aguilar, de Podemos, junto a Ignacio Gil de San Vicente, suegro del actual «número uno» de ETA David Pla y a la sazón padre de una militante etarra detenida en Francia, nada menos que a bordo de un avión de las Fuerzas Aéreas Venezolanas, fletado para dialogar y debatir en Caracas sobre el eufemísticamente denominado «proceso de paz», iniciado tras el «alto el fuego indefinido» proclamado por los terroristas de ETA en Octubre de 2011. Tales hechos habrían tenido lugar en Diciembre de 2014.

Muchas han sido las reacciones a esta noticia, máxime cuando aparece justamente ahora, en el momento en que las negociaciones entre las diversas fuerzas políticas con representación parlamentaria se encuentran en su momento más álgido. Todo ello sumado al apoyo económico desvelado, también esta misma semana, de la República Islámica de Irán al partido liderado por Pablo Iglesias Turrión, lo que ha puesto a esta formación no nacional de nuevo cuño en el disparadero; las tradicionales invocaciones de una España sometida al mismo caos y depauperación económica, como las que sufre la Venezuela del finado Hugo Chávez y el actual canciller Nicolás Maduro, así como el añadido de los fundamentalistas ayatolas iraníes, han vuelto a sobrevolar nuestra Nación, casi igual que cuando las encuestas demoscópicas de hace un año les otorgaban un empate técnico con el Partido Popular, hoy ganador de los comicios generales y aún poseedor del gobierno en funciones.

No obstante, bien sabemos en nuestra Fundación que ni Podemos ni las CUP son ningún tipo de engendros cuyo artífice sea Venezuela, sino que más bien la influencia es a la inversa: ya no sólo los separatistas catalanes, sino los profesores de «Ciencias Políticas» del Campus de Somosaguas, tales como el retirado cual privatus Juan Carlos Monedero o el propio Pablo Iglesias, han ejercido como peculiares «asesores» de los no menos peculiares gobiernos venezolanos «bolivarianos». El asesoramiento ha sido muy sencillo y eficaz: reforzarles en la idea de la Leyenda Negra antiespañola que previamente sostenían. Así, tanto para asesores como para asesorados, España, renombrada como «Estado Español», no es una Nación soberana y legítima sino en realidad una «cárcel de pueblos», un «país de países». Quiere esto decir que, desde esta nebulosa que ni siquiera merece ser denominada ideología, se justificará la apología de los terroristas de ETA como «valientes luchadores contra el sistema» [sic], defendiendo el «derecho a decidir» de un presunto pueblo catalán, gallego o vasco oprimido por el centralismo español, &c. No por casualidad notorios criminales etarras, como el sanguinario Ignacio de Juana Chaos, viven con total tranquilidad y confort en el paraíso venezolano.

Toda esta basura ideológica inoculada no sólo a la citada Venezuela, sino también a varios países hermanos, dirigidos por gobiernos afines al denominado «Socialismo del Siglo XXI» (Nicaragua, Bolivia o hasta reciente fecha Argentina), para quienes los miembros de la cúpula de Podemos han trabajado como «asesores» en diferentes momentos, ha ocasionado un odio contra España muy acusado, con políticas sumamente desastrosas cuyo núcleo consiste en considerar todo el legado español en América como algo postizo, una «invasión de América» cuyas únicas consecuencias habrían sido un idioma impuesto sobre las lenguas vernáculas indígenas, o las enfermedades que habrían presuntamente exterminado todo resto de población indígena americana, pese a que la composición poblacional americana actual dice absolutamente lo contrario. Unos malévolos invasores, atrasados e incultos explotadores y esclavizadores de los que nuestra Nación sería paradójicamente única heredera (¿acaso no son mestizos o criollos Chávez, Maduro, Ortega o Kirchner?), de los que felizmente se habrían librado hace doscientos años los americanos.

Bien sabemos que la concepción negrolegendaria de España alimenta la idea de su disolución, así que las ideas alegremente difundidas por Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero y otros, han reforzado en su delirio a los indigenistas venezolanos, quienes han premiado a tales sediciosos y traidores patrios con ingentes cantidades de fondos públicos provenientes de los petrodólares, hoy más escasos que ayer ante la alarmante caída de los precios del crudo. Es más, como el legado español en Hispanoamérica es en cierta medida irreversible (los cuatrocientos millones de hispanohablantes de los que forman parte esos países, sin ir más lejos), la forma de lograr «resarcimiento» por los fabulados «quinientos años de opresión» ha consistido en expropiar sin indemnización alguna empresas españolas que operan en su territorio, verdaderos actos de guerra contra España, tratando a nuestros empresarios como vulgares delincuentes y negándose por activa y por pasiva a devolver la inversión realizada. Todo ello aconsejado por los asesores de las CUP y Podemos, verdadero espejo de los traidores a la Nación Española a quienes representan.

Desde la Fundación Denaes no prestamos especial atención a la demagogia con la que, desde diversos medios de comunicación, se pretende caracterizar la afinidad que Podemos, las CUP y otros grupos sediciosos manifiestan con Venezuela y otros exóticos lugares geográficos. Al contrario: nos preocupa que estos notorios enemigos de la Nación Española, partidarios de cuartear nuestra integridad territorial o ponerla en evidencia vía referéndum de autodeterminación, sean solidarios con otros gobiernos de la comunidad hispánica que compartimos. Gobiernos que, dado el delirio indigenista en que se hallan inmersos, son enemigos declarados de España. No nos cabe duda que los poderes públicos deben aclarar esta solidaridad que tan dañina se ha mostrado contra nuestros intereses como Nación.

Fundación Denaes, para la Defensa de la Nación Española.