Una vez más, esa parte de España que no se pliega a los fines de ETA ha podido verse representada en la manifestación del pasado sábado.
¿Quiénes son las víctimas de ETA?
Una vez más, esa parte de España que no se pliega a los fines de ETA ha podido verse representada en la manifestación del pasado sábado en Madrid convocada por la Asociación de Víctimas del Terrorismo.
En ella, los familiares, amigos y demás ciudadanos, todos sin excepción compatriotas de los asesinados, secuestrados o extorsionados por la banda criminal, se han manifestado en esta ocasión especialmente contra algo. No directamente contra ETA. A estas alturas, pretender que los etarras pudieran modificar sus planes en función de lo que pide la población a la que que han intentado aterrorizar desde hace más de cuarenta años, resultaría tan ingenuo como humillante. No; el destinatario de la manifestación del sábado no fue ETA, sino sus cómplices, precisamente.
Y son cómplices tanto políticos profesionales como anónimos ciudadanos. Todos quienes compartan rendirse ante el terror renunciando a su soberanía política a cambio de la llamada “paz”.
Gran paradoja es que la Asociación de Víctimas haya renunciado al papel que se les ha querido imponer, y de “víctimas” hayan pasado a ser el símbolo de la fortaleza política nacional. Esa de la que carece el Gobierno de la Nación al someterse a los propósitos secesionistas.
Todos ellos, los cómplices, son los que han reaccionado ante el terror de ETA como ETA espera que se haga, es decir, conformándose en su cobardía. Porque se han plegado a sus planes, “educándose” atentado tras atentado en la buena disposición para con sus verdugos, permitiendo que gobiernen sus ayuntamientos, no izando las banderas españolas en los edificios públicos, olvidándose, o no queriendo reconocer, que los muertos lo son por ser españoles.
¿Y por qué ahora? Esta pregunta, propalada por los medios, ha venido a ser la forma retórica, bien de tachar de inoportuna la convocatoria del sábado, bien de denunciar el electoralismo, este sí oportuno, que pudo tener a su base. En definitiva, diagnostican: simple agitación de víctimas orientadas políticamente –el status moral de víctima exigiría ser víctima a secas- o, lo que es peor, burda manipulación del PP – el “dolor”, pensarán, les nubla a las víctimas el entendimiento.
Ahora que Zapatero, ante las próximas elecciones, debiera haber renunciado sin titubeos a su política de apaciguamiento, ahora que Bermejo ha declarado que el “proceso” podrá continuar, en fin, ahora que Rubalcaba ha manifestado que el Gobierno está en fase de confrontación con ETA, como si cupiera otra fase…
Bien puede decirse que la Asociación de Víctimas del Terrorismo está representando en estos momentos tan decisivos para la supervivencia de la Nación Española a quienes no se dejan amedrentar por la banda terrorista. Como Francisco José Alcaraz, José Antonio Ortega Lara o Mª Mar Blanco, compatriotas, no víctimas.