Otegui sólo va a engañar a un Gobierno superado por las circunstancias, masivamente censurado en la calle por los ciudadanos y aterrado ante la perspectiva de perder el poder.


La última maniobra retórica del mundo de ETA tiene algo de ilusionismo circense: proponer que el País Vasco y Navarra se unan “dentro del Estado español” para, después, acceder a la independencia. El Gobierno, como era de esperar, se ha apresurado a ver en el gesto una forma de aceptar la Constitución. En eso reside el ilusionismo: como los magos de circo, Otegui agita con una mano la frase “dentro del Estado español” para que el público mire ahí y no perciba lo que hay en la otra, a saber, Navarra e independencia, que es lo que siempre ha perseguido ETA y que es, evidentemente, donde está el truco.

Otegui sólo va a engañar a quienes desean ser engañados: a un Gobierno superado por las circunstancias, frustrado en todos sus cálculos, masivamente censurado en la calle por los ciudadanos y aterrado ante la perspectiva de perder el poder. A nosotros, desde luego, Otegui no nos engaña: de nada nos sirve que hable del “Estado español” si antes no pide que ETA deje las armas. Y sobre todo: es descabellado que el Gobierno pueda escoger como socio de esta operación a alguien que, al fin y al cabo, no está proponiendo otra cosa que la destrucción de la nación española. La gran hipocresía es hacernos creer que surgirá la “paz” en una Euskalerría con Navarra anexionada y dominada por los independentistas.

Si el Gobierno entra a ese trapo, se acercará peligrosamente a la palabra traición.